SANTA ROSA PANZACOLA, Oax. (sucedióenoaxaca.com).- Un lazo muy fuerte habría entre el compositor oaxaqueño Timoteo Cruz Santos y la divinidad; algo que, definitivamente, prevalecería en toda su vida por encima de las vicisitudes humanas y la ignorancia de las instituciones del gobierno.
Timoteo, de origen griego, significa «el que honra a Dios» o el «amado por Dios»; el nombre proviene de las palabras griegas «timḗ»/honra, y «theos»/Dios. Timoteo, pues, evoca la idea de alguien que rinde culto y muestra respeto a la divinidad. ¿Capisci?
De entre amistades cercanas trascendió que el encuentro de «El Padre Celestial» con el compositor de la «Misa Oaxaqueña» sucedió, mientras dormía, la madrugada del domingo 15 de junio en la soledad de su habitación, en su vivienda en San Jacinto Amilpas, municipalidad cercana a la ciudad de Oaxaca.
Su cuerpo fue devuelto a la tierra hasta el miércoles 18 de junio después del mediodía, tras una emotiva misa oficiada en la capilla de Santa Rosa de Lima, al norte de la capital oaxaqueña.
La carroza fúnebre arribó a las 12:00 horas con el féretro que guardaba los restos del Maestro Timoteo, recibido por un joven sacerdote que recordó la cercanía del músico con la comunidad eclesial de la modesta capilla.
El ingreso del ataúd fue acompañado por el canto de entrada de la «Misa Oaxaqueña», interpretado por integrantes de la Banda Alma Yalalteca que dirige el maestro Lucio Solís y las voces de personas allegadas al compositor.
Venimos a tu casa
Con cantos de alegría
Venimos a adorarte
Rendirte honor y amarte !Oh, Padre Celestial!
En primera fila se encontraban los hijos e hijas del finado: Héctor, Daniel, Belén, David, Javier y Fátima. Todos dedicados a la música, legado de su padre.
Entre la asistencia pudimos distinguir al ex director de la Banda de Música del Estado y la Sinfónica de Oaxaca, Eliseo Martínez García; al violinista integrante de la Orquesta Sinfónica Nacional, Omar Guevara Sánchez y al periodista retirado Leandro Hernández Romero, condiscípulo de Timoteo Cruz en el Seminario.

«Tuve la dicha de conocer al maestro Timoteo en el Seminario de la Santa Cruz donde llegó en 1959. Fuimos de la misma generación. Como él ya había tocado en su pueblo, en el Seminario se encargó de tocar el órgano, el piano, era el maestro de canto. Después cada quién agarró su ruta. Él siguió en la música e incursionó en la educación básica. En la escuela primaria Francisco J. Mújica instruyó a muchas generaciones, formó coros particulares y dentro de las escuelas», relató Leandro Hernández.
La «Misa Oaxaqueña», recordó Leandro con su memoria de buen periodista, se tocó en la visita del Papa Juan Pablo II en enero de 1979 en la Catedral Metropolitana, interpretada por dos bandas mixes: la de Santa María Tepantlali, dirigida por el maestro Bernardo Reyes, y la de Santiago Zacatepec, bajo la dirección del maestro Antonio Romero Jacob.
En una segunda visita del Papa Juan Pablo II a Oaxaca, para beatificar a los Mártires de Cajonos, la «Misa Oaxaqueña» fue interpretada por segunda ocasión ante el Pontífice en la Basílica de la Virgen de Guadalupe, con la banda de San Francisco Cajonos.
Y, en el 2016, sucedió otro momento estelar internacional de la «Misa Oaxaqueña» durante la misa oficiada por el Papa Francisco en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, donde fue ejecutada por las bandas infantiles y juveniles de las comunidades mixes Santa María Tepantlali, Santa María Mixistlán y San Pedro Ocotepec.
Tú que vistes de verde los campos
Y al mundo lo inundas de luz
Este pan y este vino recibe
En señal de nuestra adoración.
Omar Guevara Sánchez, destacado violinista oaxaqueño radicado en la Ciudad de México, fue uno de los escasos integrantes de la comunidad musical que asistió a las exequias del maestro Timoteo Cruz.
«El corazón se me ha hecho muy pequeño; mucha emoción. Nunca pensé que las notas de la Misa Oaxaqueña pudieran conmover tanto, por lo menos a mi corazón. Como bien lo han dicho, la música del maestro Timoteo nos ha dado identidad y arraigo a los oaxaqueños, y a partir de ahora deseo que también lo sea para las nuevas generaciones; que queden para la posteridad esas notas», expresó Omar Guevara, quien produjo el año pasado el álbum Acuarela con el pianista Héctor Cruz Espinosa, hijo del maestro Timoteo.
«Aquí estamos con mucha entereza, con mucho respeto, con mucho cariño hacia la familia Cruz; estamos acompañándoles en ese duro trance. Aunque hace bastante tiempo que ya no radico en Oaxaca, me da gusto estar aquí presente porque creo que el cariño y respeto hacia el maestro Timoteo es único, por eso estoy aquí muy conmovido para dar el último adiós al maestro», finalizó el violinista.
Las estrellas nos diste por manto
Las montañas de alfombra y dosel
Hoy nosotros a ti te ofrecemos
La alegría de nuestro cantar.
Durante la homilía, el sacerdote hizo hincapié en el carácter religioso del maestro Timoteo quien, dijo, puso sus dones para la música al servicio de Dios y de su iglesia. Tal vez por eso fue que su partida sucedió en domingo, el día del Señor, y 15 de junio, día de la Santísima Trinidad, consideró.
También resaltó la simpatía del compositor entre la comunidad la capilla de Santa Rosa de Lima, a donde asistió el pasado 22 de noviembre al encuentro de coros para celebrar a su patrona, Santa Cecilia.
En nombre del coro de la capilla, uno de sus integrantes manifestó el profundo agradecimiento por sus enseñanzas al «ser humano generoso» que también hizo de este lugar de oración su casa, sirviendo a Dios con lo mejor que sabía hacer, la música.
«Apóstol del arte, te despedimos como un hermano. Gracias maestro Timo, como te decíamos, ahora tu música resuena en la eternidad. Tu música nos seguirá guiando», finalizó.
Soy camino, soy verdad
Y yo también soy la vida
Palabras son de Jesús
Que a la Gloria nos convida.
En opinión del director y compositor Francisco Javier Vargas Luna, el maestro Timoteo, «con su admirable humildad y dedicación, se suma a la ilustre élite de artistas oaxaqueños como Álvaro Carrillo, Macedonio Alcalá y José López Álavez, entre otros que, al dejar esta vida, han legado un patrimonio cultural imperecedero a nuestra tierra. Su Misa Oaxaqueña, junto a otras composiciones sacras, se alza como un testimonio de su profundo compromiso con la espiritualidad y las tradiciones que nos definen como pueblo» .
Agregó que «nuestra hoy Misa Oaxaqueña, que interpretamos en celebraciones que abarcan desde el nacimiento hasta la muerte —bautizos, comuniones, bodas y velorios—, se ha integrado rápidamente a nuestra cotidianidad durante las últimas décadas, adaptándose con agilidad a nuestras prácticas religiosas contemporáneas.»
Sin embargo, dijo, «es posible que Timoteo no haya comprendido plenamente, en vida, la magnitud de su legado, o quizás, en su modestia, sí lo reconocía. Su misa, impregnada de alegría, ritmo y nostalgia, nos ofrece un puente hacia esa comunión con lo divino, conectándonos con el plano espiritual donde él ya se encuentra».
Lo que oímos y aprendimos
En labios de nuestros padres
A nuevas generaciones
Nosotros predicaremos.
«Timoteo era mi amigo 100 por ciento. Yo lo visitaba, me hablaba por teléfono, teníamos contacto. Cuando yo fui alcohólico compartíamos copas, y cuando llegábamos a su casa de la calle Guerrero, escribía yo en el pizarrón ‘Llegó bien'», recordó el maestro Eliseo Martínez, ex director de la Orquesta Sinfónica de Oaxaca.
«Timoteo fue maestro de muchas generaciones, de piano, violín, canto, coro. En su casa tenía su pianito a todo dar», agregó el maestro Cheo con su habitual desenfado.
-¿Y, dónde están las instituciones de Cultura, estatal y municipal?
-¿Existen? No saben quién es Timoteo. Punto. O sea, para las instituciones se murió uno más. Me has amargado la tarde. Los artistas de Oaxaca se nos van y las instituciones como si nada.
Como un deseo, como un anhelo de quien ama la música de aliento profundamente, y reconoce el valor del legado del maestro Timoteo Cruz Santos, Leandro Hernández expresó que en su opinión, la «Misa Oaxaqueña» debió interpretarse en la Catedral, donde correspondía despedir a su compositor, a quien comparó con el músico barroco Juan Matías, autor del Stabat Mater.
«Pero Dios se encuentra en la Catedral igual que en la más humilde capilla, así que no hay necesidad», finalizó.