Para Carmen Elisa y César Alejandro
En la mesa del Casino esperó la mesa, su verde mantel; no saben qué alegría proporciona el ver el viejo verde junto a bocinas, micrófono, el master de los controles de audio, sus botones para regular agudos y graves, la mezcladora, sus lucecitas verdes y rojas, los oscuros cables cargados de rotunda presencia. Quien mira por dentro al Teatro Alcalá, renace.
– Sí, a la 13:00 horas, en el Casino, lo esperamos.
Tuvo que pasar un año entero de reclusión, de estricto confinamiento para tener la suerte de escuchar el teléfono, la invitación.
– Sí, los libros ganadores de la convocatoria Parajes.
Luego de un año de permanecer en casa la ciudad me pareció cotidiana, el taxista atravesó la Central, salió a Independencia, pasó frente a la iglesia de La Soledad, patrona de marineros y solitarios, escribió Lowry. El taxista mostró experiencia, tomó atajos, rodeó el plantón y pude descender la calle de 5 de Mayo, frente al Teatro Alcalá.
Hacía un año no llegaba al Centro, que no asistía a una entrega de libros.
Los libros en la mesa semejaban la rosa florecida, el botón de rosa, un ramo de jacarandas, azucenas. Esperan los libros, siempre, están los títulos, sus autoras, autores: Liana Pacheco, Alan Vargas, Los Bidakus, María Elisa Ruiz Hernández , Yendi Ramos, César Rito Salinas.
Mencionó aquí la fidelidad de la mesa y el mantel, los micrófonos con los libros; digo de la sana costumbre de caminar por la ciudad, atravesar marchas de protesta, bloqueos, plantones, clamor de justicia bajo el sol de marzo.
Pasado un año de la pandemia, de inmovilidad social necesaria, de hacer costumbre la cifra diaria de contagios, fallecimientos; la Secretaría de las Culturas de Oaxaca, volvió a convocar a la presentación de los libros de la Colección Parajes.
En el Casino fueron pocas las sillas dispuestas -miércoles 31 de marzo-, la gente acudió con riguroso tapabocas, saludos a la distancia.
En la calle se habla de candidatos y partidos, campañas electorales, los medios difunden acciones del Fiscal Peimbert, ese miércoles el gobernador Murat estuvo de gira por los rumbos de la Central de Abasto, los diputados emitieron exhortos, los presidentes municipales multiplicaron denuncias y carencias; hubo marchas, plantones; y estuvieron libros.
La secretaria Karla Villacaña fue breve, “esta era la convocatoria que yo más esperaba, hay una deuda con las letras”.
– Los moveremos hasta junio, ya casi entra la veda electoral.
En nombre de los ganadores de la convocatoria (publicar un título resulta un premio), tomó la palabra Elisa Ruiz, la maestra Elisa, leyó palabras de nuestro hombre de letras, Henestrosa: “Soy los libros que he leído. Estoy hecho de palabras y de libros, el otro pan que me alimenta. Los libros que son la cima y corona de la inteligencia humana; la obra más perfecta del hombre. El libro no solo agranda el mundo, lo embellece. Puede uno convivir con los que vivieron hace siglos, desde un rincón se puede estar en todas partes. Los libros nos llevan a convertirnos en un ser del que no teníamos noticias, si habíamos soñado ser”.
María Elisa Ruiz tuvo el tino de entrevistar a los artistas de otro tiempo, otro siglo; en la Nueva Normalidad, los comparte, con su libro podremos acercarnos a sus palabras.
El tiempo vuela, inusual.
La ciudad de Oaxaca volverá a ser patrimonio de la humanidad, donde mujeres y hombres acudan presurosos a galerías y museos, talleres, auditorios; teatros. Pido que no se detenga la lectura y presentación de libros, a pesar de las desgracias. Aunque nos acose la enfermedad, la muerte, un oaxaqueño levantará la mano, compartirá un libro (lo dice la historia de este suelo, agobiado por pandemias).
Para mí que es eterna la mesa y su tapete verde, el Teatro Alcalá, los micrófonos, el ramillete de títulos: Cuentos breves para niños rebeldes, Dualidad de caos, La fuerza hidráulica de las plantas & flores del diccionario, Aproximaciones a la desmesura del alma: crónicas personales de diez artistas de Oaxaca, Ramas del aire, Partituras sobre la nieve.
– ¿Hay bloqueo?
– No, sólo es la hora del tráfico.
El taxi tomó el camino de vuelta, atrás quedaban las calles del Centro, su sol, el calor, su tumulto.
En la radio el locutor daba noticias, los políticos hacían declaraciones; pasamos Periférico, el puente de San Juanito, subimos a La Fundición, la colonia Margarita Maza; en San Martín Mexicapam de vuelta a casa, sanos y salvos, con el renovado gusto por los libros.