ERNESTO REYES /Caricatura de portada: DARÍO CASTILLEJOS
El 19 de junio del año 2010, el año del centenario de la Revolución Mexicana, falleció Carlos Monsiváis Aceves, quien es considerado uno de los mejores cronistas del siglo 20 mexicano. Había nacido el 4 de mayo de 1938, el año de la expropiación petrolera.
En su décimo aniversario luctuoso, Monsiváis está siendo recordado por autoridades de cultura, medios de comunicación, escritores, amigos y familiares. Pero por encima de todo, por el gran público que acumuló como consecuencia de una ardua labor reflejada en ensayos, crónicas, artículos periodísticos y de crítica literaria. El presidente AMLO, ayer mismo, le rindió un homenaje, destacando su talento, inteligencia, creatividad y compromiso con luchas cívicas, sociales y democráticas.
Monsiváis era un escritor y periodista de aguda mirada, oídos finos y gustos tendientes a recoger olores, sabores e imágenes del barrio, de la zona rosa a la que él mismo bautizó, así como las aspiraciones y trayectorias de artistas, deportistas, creadores y gobernantes. A estos últimos no les iba nada bien con su pluma punzante, claridosa, irreverente…
Principal difusor de la cultura popular, coleccionista ordenado, Monsiváis fue una especie de Herodoto moderno. Era un sabio que contaba historias con humor. De todo sabía Monsi, ha dicho Elena Poniatowska, quien le sobrevive cuidándole a sus dos gatos de la treintena que dejó huérfanos: el Monsi y el Váis.
Lo mismo aparecía en un programa de radio, de televisión o en un conversatorio para hablar de cine, cantantes, actrices, de arte, pero también de teatro, de injusticias como la violación de derechos sexuales, humanos, libertad de expresión, y ponerse al lado de las minorías marginadas.
Monsiváis fue un liberal de izquierda, progresista, anti clerical, visionario, que apoyaba causas múltiples. Como cuando a instancias del fallecido Francisco Toledo, no dudó en acompañar, a Juchitán de Zaragoza, al escritor Fernando Benítez y a otros intelectuales – Arturo Warman, Felipe Ehrenberg, Óscar Oliva, Enrique González Ruiz, Rosario Ibarra de Piedra, Arnoldo Martínez Verdugo, Víctor de la Cruz y Macario Matus- para marchar con el pueblo y ser testigos de calidad del referéndum a favor de que se restablecieran los poderes municipales, desaparecidos por Pedro Vásquez Colmenares. Era el 7 de agosto de 1983.
Conservo autografiado el libro grafico de Rafael Doniz, “H. Ayuntamiento Popular de Juchitán”, prologado por Monsiváis. A partir de las imágenes y su propia experiencia, arma una crónica de esa gesta social. Entre otros testimonios, se apoya en textos que escribimos en el semanario Hora Cero, al que califica como “un fenómeno insólito de la prensa oaxaqueña”.
Sería mucho especular sobre la postura de Monsiváis, ante el gobierno de López Obrador. Seguro estaría haciendo crítica a varias voces, pero iluminando acaso, con sus coincidencias y disidencias, las oscuridades, las dudas y el trayecto de la 4T, en temas cruciales. Sus principales colaboradores de Monsi, Jesús Ramírez y Jenaro Villamil, hoy manejan la comunicación social del presidente.
Monsiváis, nunca dejó de venir a Oaxaca de Juárez, a saludar a Toledo, a dictar una conferencia, presentar un libro o a pasear por el centro histórico, donde nunca pasaba inadvertido. Por algo decía José Emilio Pacheco que Carlos era “el único escritor que la gente reconocía en la calle”.
Tengo en la memoria aquella vez, en los años 80, cuando nos sentamos con Anselmo Arellanes, Francisco José Ruiz Cervantes, Víctor de la Cruz y Víctor Raúl Martínez Vásquez, y le hicimos una entrevista periodística.
En otra ocasión, a mediados de la década del 2000, al final de un coloquio celebrado en el teatro Alcalá, Monsiváis se escapó de los resplandores y, a invitación de Víctor Raúl, nos fuimos a tomar un café en La Organización. Nos reímos tanto cuando el escritor se puso a remedar una conversación televisiva entre don Andrés Henestrosa y Salvador Novo.
Otra estampa inolvidable fue cuando llevamos al Maestro a una entrevista en Radio Universidad de Oaxaca y nos puso una barrida de época, porque frente a toda pregunta, replicaba: “No es cierto, nunca he dicho eso”. Salimos temblando. Era 1975. Desde entonces ya éramos adictos a sus lecturas.
Es indudable que la presencia de Carlos Monsiváis en la cultura mexicana nunca fue, ni será fugaz: por el contrario, permanece. Y cada vez que sus lectores conocen, por su mirada, con su estilo, la vida del México que ya se fue, se vuelve más entrañable.
@ernestoreyes14