La boda de César Yáñez –resumida en el reportaje de la revista Hola— ha tenido tres efectos en la imagen de gobierno del presidente electo López Obrador:
1.- Destruyó buena parte del discurso de austeridad juarista resumido en el recorte de salarios, prestaciones y beneficios a funcionarios.
2.- Representó una severa crisis en la política de comunicación social-política de López Obrador.
3.- Y polarizó aún más la sociedad entre los que le critican sus contradicciones más evidentes y los que apoyan todo aún aquellos deslices que tiene que ver con el viejo régimen priísta.
Hasta donde se tienen datos, nadie del entorno de López Obrador les hizo saber el despropósito de los preparativos de una boda en plena definición social del gobierno lopezobradorista. O el presidente electo ha cerrado las puertas a la sensibilidad de su entorno o simplemente hubo quienes dejaron correr el incidente a sabiendas del escándalo previsible.
En todo caso, la boda de Yáñez, bendecida con la presencia formal del presidente electo y su esposa, ha servido para nuevas caracterizaciones de una clase política en ascenso en el poder, sobre todo por los gustos de nuevo rico: pasar del naco de Carlos Monsiváis al chairo definido ya por el Diccionario del Español de México de El Colegio de México y que tanto se maneja en redes como personaje lopezobradorista:
“Chairo: sujeto y adjetivo (ofensivo): persona que defiende causas sociales y políticas en contra de las ideologías de la derecha, pero a la que se atribuye falta de compromiso verdadero con lo que dice defender; persona que se autosatisface con sus actitudes.”
Pero lo más importante, en todo caso, fue el desdén de López Obrador y su primer círculo de poder hacia las sensibilidades sociales –críticas y aliadas– por sus comportamientos en una zona de percepciones ante recortes de salarios y bienestar que disminuirá el nivel de vida de millones de mexicanos.
A ello se agrega una enorme falla en la política de comunicación social y política del nuevo grupo gobernante, sobre todo de López Obrador, por su discurso de austeridad basado en un discurso del gobernador Benito Juárez el 2 de julio de 1852 ante la legislatura de Oaxaca:
“(Los funcionaros públicos) no pueden improvisar fortunas ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse al trabajo, resignándose a vivir en la honrosa medianía que proporciona la retribución que la ley le haya señalada”.
De acuerdo con información del grupo lopezobradorista, César Yáñez gana 37 mil pesos mensuales y su boda se ajustaría, según cálculos aproximados, a ingresos de más de 200 mil pesos mensuales. Y la frase del discurso de Juárez incluye acotamientos claros: improvisación de riqueza, ocio y disipación, honrosa medianía relacionada con el ingreso.
El problema radicó en el hecho de que todo político sometido a una observación exagerada carece de vida privada, y más cuando lo privado se hace de manera ostentosa como pública. López Obrador no tiene ninguna responsabilidad directa en eventos a los cuales asiste como invitado, pero desde luego que participa de una corresponsabilidad si se trata de un acto de su principal colaborador personal y político.
Todo evento que involucre la figura personal de López Obrador es sujeto de comunicación política; por tanto, el genio político de López Obrador en el manejo de su figura y sus dichos sufrió una importante abolladura. Y lo más grave fue el hecho de que el incidente de la boda involucró nada menos que al vocero principal del presidente electo y por tanto el encargado de la comunicación presidencial: un comunicador hundido por un error de comunicación social.
Todo evento privado de personajes públicos es público cuando su realización se promueve con ostentación en la esfera abierta a las miradas sociales. Muchos de los votantes de López Obrador estaban marginados detrás de la valla colocado por la policía para dividir las esferas del poder: el de la ostentación de un funcionario de López Obrador y del propio presidente electo y la nueva plutocracia que se configuró la noche del 1 de julio pasado.
Los políticos priístas aprendieron y olvidaron sus propias reglas: la mujer del César no sólo debe ser honesta, sino que debe parecer honesta. La nueva élite gobernante 2018-2024 tardará en borrar la imagen de una boda de nuevo rico en un gobierno que prometió ser pobre y que la austeridad está empobreciendo en los días alrededor de la boda del sexenio lopezobradorista.
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Política para dummies: La política es, también, el sentimiento de la sociedad ante sus lideres.
@carlosramirezh