Domingo, entra la noche. Aire frío en Ecatepec.
Las manos entumecidas, abro los ojos. Tarde
del domingo. Me habita el silencio.
Al despertar de la siesta busco las letras que digan
mi nombre. No las encuentro.
Busco en los libros, letras repetidas.
Pongo música. “terrazas desiertas”.
Oscuro, hundido en el mueble
imagino la calle de todos los días.
Abordo la camioneta pasajera. Imagino
el trayecto al Metro, su silencio.
Puedo ver mi rostro junto
a otros rostros
en esa madrugada del traslado.
Sobre la apretada banca de cinco lugares
encuentro las letras que busco.