Realmente no me dí cuenta en qué momento los anglicismos se hicieron cargo de la lengua española para darle caché a situaciones tan comunes como salir a cenar en plan soltero y sin compañía. Se escucha bien y quien lo entona o lo escucha reconoce ese momento especial en la vida de cada quien en la que ni la bebes ni la derramas.
Por otra parte las “selfdate” (cita con uno mismo) están quizás demasiado romantizadas, no se trata de embellecerse y salir a despilfarrar la quincena en un afán de levantar el ego a falta de levantar otras situaciones (y completamente respetable a quien lo hace). Para mí basta y sobra con volver de un largo día, cojeando por una lesión que no termina de sanar, buscando quien a modo honorable levante el ánimo con una buena cena, una buena charla, un sentimiento sincero.
He encontrado esta noche ese conjunto de variables de mano del NO Chef Wassi (de anteriores charlas me comentó que no le gusta el mote y prefiere no acuñar el término). Wassi, como lo conozco desde hace años. Un amigo leal, sincero, suave, con quien siempre una buena risa y una buena bebida no sobran. No hay día en que no lo escuche hablando de temas profundos con su equipo de cocina conformado por Mari (la mera mera), Lupita y su fiel felina guardiana Akira. Todos en conjunto dan vida y sabor a XOCOTE, ubicado en el barrio de Jalatlaco, cafetería de la que me he hecho afín últimamente y no son pocas las razones, una de tantas la que me motiva a mover la pluma esta noche.
Cena para uno
Ha quedado claro que el romanticismo está lejos de esta redacción y por ello lamento de antemano desilusionar a los puristas pues he comenzado la velada con una propuesta diferente de Lasaña, y lo agradezco. No negaré que en boca de todos está el sabor óptimo de una buena lasaña, tal vez con un fuerte sabor a tomate, especias marcadas, la salsa de bote si usted no es fan de las cocciones largas o simplemente un dejo de vino tinto para quienes disfrutamos de una ragú reducida por unas 3 horas a fuego medio, sin embargo no está mal abrirse a otras interpretaciones. Con un sabor cremoso marcado de una bechamel no muy condimentada, vegetales cuidadosamente trabajados que me hacen recordar a los chefs de antaño cortando con precisión milimétrica y una carne jugosa y bien cocida se expresa la Lasaña Xocote, habla a través de finas lajas de pasta cuidadosamente rebanada y cocinada con delicadeza, un crust de queso por encima y una decoración sobria. Lo justo para cuando quieres alimentar más que el estómago. Seguro no es un clásico Italiano, en cambio aseguro es un apapacho al corazón.
Postre para uno
Mucho antes de incluso saber que dedicaría mi vida a los fogones y los sabores supe que lo primero que quería comer llegando a cualquier restaurante era el postre. No soy fan de lo dulce pero cuando niño mi padre me llevaba a algún restaurante siempre me pregunté filosóficamente por qué el postre iba al final. Alguien me explicó que era para limpiar el paladar después de una buena comida, nunca me pareció coherente… y sin embargo esta noche seguí la regla. Debo recalcar que los postres y yo tenemos una relación de amor incómodo, a veces suelen parecerme demasiado, otras veces innecesarios pero siempre funcionan, sobre todo para llegar al corazón (además de las grasas y los azúcares). Punto extra es que nunca fui fan del siempre sobrevalorado Tiramisú, y sin embargo, lo solicité. Armado con disciplina, decorado con exactitud ante un volcán salseado de frutos rojos que se desploma sobre un postre quirúrgicamente cortado era lo adecuado para una noche en la que necesitaba una experiencia diferente. Cremoso, pulcro, no muy dulce, no muy italiano (GRACIAS).
Vino para tres
Podría jurar que hundir las penas en alcohol no es la respuesta a nada, puede que hacerlo apenas roce la definición de pasatiempo destructivo, relegado a momentos en los que las lágrimas afloran y el olvido no se hace presente… Pero el buen vino vino a hacer la diferencia, y estaremos de acuerdo, querido lector, que usualmente una copa no es suficiente, aunque lo digan los doctores, aunque lo recete el clero, para conectar con tu divinidad y tu corazón hacen falta por lo menos un par más. Para gustos hay colores, sinceramente no soy muy afín a la cepa Nebiolo, y L A Cetto no lo hace mal, me parece un maridaje adecuado.
Con la cuenta pagada, las manos estrechadas y el agradecimiento en la puerta, mientras tomaba camino a casa, bajo el retrogusto del vino recitaba para mis adentros las primeras frases de esta misiva. Llegué al lugar desecho, triste y con el corazón apretado. Salí tranquilo, sonriente y agradecido. Con un estómago contento y un corazón alegre. Al final siempre se agradece a quien cumple con la primera y más obvia de las razones de existir de un RESTAURANT. Laureados quedan e inmortalizados en la memoria quienes tienen el don de RESTAURAR.