En política las coincidencias no se pueden explicar. Por eso ha causado revuelo la decisión del Banco de México de pasar en la actual coyuntura electoral la figura de Benito Juárez de los billetes devaluados de veinte pesos a los de quinientos pesos, pero justo en el encumbramiento de Andrés Manuel López Obrador en la presidencia y su discurso juarista.
El trasfondo de esta decisión tiene que ver con el pensamiento histórico como discurso único del poder priísta: ante la incapacidad, imposibilidad y dificultad de los políticos en curso para construir una personalidad propia, el camino más corto es el de endiosar a ciertos héroes con la encarnación de un Dios terrenal, bastante como derivación de la cultura religiosa politeísta de los indígenas que fundaron México.
Las tres principales imágenes que dominan la oficina principal de la casa de campaña del presidente electo son Benito Juárez, Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas. Se trata de arropar la ausencia de una ideología propia del nuevo grupo gobernante y usar el modelo que criticó Carlyle: los héroes sustituyen la democracia.
Juárez construyó el Estado-nación a base de la fuerza del ejército, Madero fundó la teoría mexicana del poder absoluto al analizar a Díaz y proponerlo como modelo de dominación totalizadora y Cárdenas expropió el petróleo y fundó el partido corporativo de la Revolución Mexicana que derivó en el PRI de nuestras desventuras.
Los tres forman parte del catálogo de héroes priístas que sirven para justificar todo, cualquier cosa, lo que se ofrezca. Los tres constituyen el pensamiento histórico oficial, la historia única, la Historia Oficial de la República PRI, cuando los tres fueron hombres de su tiempo, con contradicciones graves, ingenuidades costosas y fracasos completos. Juárez combatió al invasor y entregó el istmo a los EE. UU., Madero propuso a Díaz ser su vicepresidente y luego ganó el poder para designar jefe del ejército a Huerta y Cárdenas expropio el petróleo, abrió los contratos a empresas privadas y dejó al país en 1938 al borde de la quiebra económica.
Pero en lo político, los tres son los principales héroes del panteón de los hombres ilustres… del PRI. Lo malo, sin embargo, es que desde 1988 el país entró en una etapa de deseducación; no debe olvidarse que el presidente Salinas de Gortari borró de los documentos del PRI en 1992 el concepto de Revolución Mexicana e introdujo el de “liberalismo social” juarista, pero sin aclarar que Juárez fundó el capitalismo mercantilista que potenció Díaz y definió al PRI.
Cárdenas construyó el capitalismo monopolista de Estado y organizó a las clases productivas en la lógica de la lucha de clases, pero construyó el sector obrero como masa y no como clase y la subordinó a los intereses de la acumulación capitalista de capital; Fidel Velázquez y su modelo de dominio sindical fue producto del esquema cardenista.
El reciclamiento de Juárez en el discurso de López Obrador ya lo vivimos en 1972-1976 cuando el presidente Luis Echeverría Alvarez convirtió a Juárez en el eje ideológico de su radicalismo priísta institucional y hasta le dedicó 1972 como “el año de Juárez”. Los niños, sin embargo, entienden a los héroes como dioses y se olvidan de ellos; en 1998 Fidel Castro dijo que los niños mexicanos conocían más a Mickey Mouse que a Miguel Hidalgo.
Los héroes son hoy una coartada para hacerlos justificar las decisiones coyunturales de la nueva élite en el poder. Nada más.
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@carlosramirezh