FERNANDO AMAYA
A Jorge Fuentes in memoriam
A tu decir sucinto y fugaz
dedico estas palabras,
Jorge Fuentes Chávez,
a tu pasión de poeta
añejo y novicio
lidiando con los sueños
de la musa ataviada de ausencia.
A nuestras horas de entrañable amistad
dedico estos versos
que ya no podrás leer,
pero que seguramente adivinaste
con tus dones de druida consumado.
La tristeza me expurga
la playa del rostro
y busca la arena en donde
tiraste alguna rima
o algún dictado de la melancolía,
se resiste a invadir la sal de mis ojos
y su piélago diminuto de agua trastocada.
Escríbelo, me dijiste un día,
no temas a las dudas
y a los imperativos
que nos imponen los dueños
de una razón ya extinta
desde la demora de un tiempo finito.
Y hoy escribo esta carta póstuma
que nunca pensé escribir,
y nunca creí postear,
menos a ti, a quien juzgué
indemne e invicto
como al poeta premier de mis andanzas.
No quiero extenderme más, Jorge Fuentes Chávez,
no quiero dar por hecho
esta despedida.
Sigamos juntos, yo con mi canto
y tu con tu aurora,
esa que nos vio crecer
desde el Istmo hacia el Valle
y de ahí a la Costa,
como si nuestros rumbos fueran los mismos,
incluso en el debate de vivir o morir.
Yo quiero ir contigo, hermano,
no se me hace pesarosa
la sombra de la muerte
si somos el mismo río
que desemboca en el mismo mar,
después de que un torrente
desgaja la calma de nuestros corazones enarbolados
en el asta de la pasión restituida.
Que no sea otra gloria más
que la poética,
para ti que hoy asumes los dones del silencio.