PARTE I
OAXACA, Oax. (sucedióenoaxaca.com).- Ya en 2002 Oaxaca libró, y ganó, una guerra contra la cadena McDonald’s encabezada por sus artistas, cuando la transnacional pretendía instalar una sucursal en pleno zócalo de la capital oaxaqueña.
Ahora, la batalla es contra la cadena OXXO que pretende, gracias a un “convenio de inversión” con el gobierno estatal, la apertura de 157 tiendas de conveniencia en el estado, de las cuales llevan 37.
“Sólo en Oaxaca, por sus características culturales y por su vocación comunitaria pueden librarse este tipo de movimientos”, sostiene Arnoldo Dámaso, el artista plástico que junto con un grupo de activistas rechazan la proliferación de las tiendas de conveniencia en el centro histórico y alrededores de la capital oaxaqueña.
Fomento Económico Mexicano, S. A. (FEMSA), propietario de la cadena que ha inundado el territorio nacional en cuatro décadas, informa que en la actualidad está por alcanzar las 20 mil sucursales.
De acuerdo con la revista Forbes, por cada OXXO que abre cierran 15 tiendas locales en un radio de 5 kilómetros debido a una caída del 60 por ciento en sus ventas; y por cada empleo que brinda esta empresa, se pierden siete. Empleos, por cierto, que carecen de garantías laborales.
Pero además de estos daños al comercio local, con la apertura de cada una de estas tiendas de conveniencia se desencadena una serie de problemas de inseguridad y salud pública, y se violan tratados internacionales que protegen no solo el patrimonio cultural edificado sino también el patrimonio vivo que incluye a las personas, sus modos de vida, sus formas de relacionarse, y sus modos de comercio.
“Esto es lo que vamos a defender”, expresa tajante Arnoldo Dámaso, vocero del movimiento ciudadano contra la proliferación de OXXO’s en el centro histórico de la capital oaxaqueña, declarado por la Unesco Patrimonio Cultural de la Humanidad.
-¿Se está violando la normatividad del centro histórico?
–Totalmente. Hay un marco jurídico que protege la ciudad y que pone como principal actor a los habitantes. A ese marco jurídico es al que vamos a apelar. Porque ha existido contubernio entre autoridades municipales y del INAH para el otorgamiento de permisos de construcción.
-¿Cuándo y cómo inició la instalación de estas tiendas en Oaxaca?
-El primer OXXO abrió en la ciudad durante el gobierno municipal de Luis Ugartechea. Hay un dato: después de que Vicente Fox y Martha Sahagún caminaron por la calle de García Vigil en una de sus visitas a Oaxaca, el gobierno del estado que encabezaba Gabino Cué firmó un convenio de inversión para instalar 157 tiendas en el estado, de las cuales han abierto 37, diez en el centro histórico de la ciudad capital. No olvidemos que Fox es uno de los mayores accionistas de FEMSA.
En la capital oaxaqueña han abierto diez, y otras diez, prácticamente listas para iniciar actividades, están frenadas luego del manifiesto rechazo de activistas que cuentan con el respaldo del Patronato Pro Defensa del Patrimonio Cultural y Natural de Oaxaca (ProOax), fundado por al artista Francisco Toledo, y la organización Tequio Oax.
Anteriormente, en mayo de 2018, vecinos del barrio de Xochimilco lograron frenar la instalación de una de estas tiendas de conveniencia, al inicio del empedrado en la calle García Vigil, esquina con calzada Niños Héroes.
-¿Cómo inicia la batalla ciudadana contra los OXXO’s en la capital oaxaqueña?
-El primer caso fue en noviembre del año pasado empezaron a suscitarse robos a varias tiendas incluida una que tenemos entre varias personas en las calles de Morelos y Mier y Terán. A los pocos días nos dimos cuenta que se estaba remodelando un local cercano donde iban a poner un OXXO. Al parecer, los asaltos a tienditas cercanas a un nuevo OXXO es un modus operandi para intimidarlas y obligarlas a cerrar antes de que éste abra.
-¿Cuál has ido el resultado de las protestas?
-Con José Antonio Hernández Fraguas se acordó la revisión de las licencias de construcción y aseguró que no existían permisos para la apertura de nuevos OXXO’s en la ciudad, lo cual tiene detenida la apertura de nuevas tiendas.
Con el relevo en el gobierno municipal, los activistas solicitaron audiencia desde antes de la toma de posesión de Oswaldo Gracía Jarquín, sin embargo a la fecha no se ha concretado.
Lo que sí sucedió fue la posibilidad de hablar personalmente con el presidente Andrés Manuel López Obrador al término de su visita a la capital oaxaqueña donde presentó el Programa Nacional Indígena el pasado 21 de diciembre.
“Cuando venía saliendo del Centro de Convenciones le regalé un cuadro de Juárez con un mensaje que decía: SOS, no más OXXO en Oaxaca porque destruyen nuestro patrimonio cultural y económico. Nos dijo que su gobierno no lo iba a permitir. Que íbamos a tener una reunión con la Secretaria de Cultura”, relata Dámaso.
Agrega que “luego de algunas comunicaciones por correo electrónico, el jueves 10 nos hablaron de la Presidencia para avisarnos que vendrían personas a reunirse con nosotros para revisar la situación, nuestro movimiento, y quedaron de agendarnos la cita con la Secretaria de Cultura. Asistimos a esta reunión José Márquez, de ProOax; personas del CONVIVE de Xochimilco; Minerva Reyes de TequioOax y yo”.
-¿Qué otro tipo de respaldo tiene su movimiento aparte del que les expresó AMLO?
-Tenemos asesoría de expertos en patrimonio cultural de Los Angeles, Argentina y Uruguay. De Uruguay contamos con el apoyo de personas que trabajan en la Unesco y que conocen Oaxaca. Acá en la ciudad la propia gente nos pasa información dónde están construyendo otro OXXO, y amigos nos allegan datos como por ejemplo, una persona nos informó que pudo enterarse por casualidad que algunos servidores públicos son quienes rentan sus locales al OXXO sin importarles las afectaciones a la ciudadanía.
-¿Cuentan con el respaldo del maestro Francisco Toledo?
–El maestro nos ha dicho que de entrada no compremos en ningún OXXO.
Esta semana, el grupo de ciudadanos que se oponen al OXXO sostuvo una reunión con servidores públicos del Ayuntamiento de la ciudad, en la que expresaron su postura en contra de la empresa que si bien cumple con la reglamentación hacendaria que exige al municipio, su funcionamiento afecta la economía local, atenta contra el patrimonio arquitectónico pero sobre todo, provoca inseguridad, problemas de salud y el deterioro de la vida de las y los habitantes de la capital oaxaqueña.