Basta con contemplarla bajo una
ligera perspectiva histórica
JONATHAN CULLER
Breve introducción a la teoría literaria
__El diablo -dijo Margarito.
Con el mezcal llegan las historias que necesita habitarse de historias para no cargar tanta soledad.
Aquella madrugada apareció la moneda en el piso, muda como bolsillo de los campesinos que esperan el aguacero.
__El diablo –dijo Margarito.
__Pon el diablo -dijo Presta Diez.
La noche de perros entre Zapata y Plan de Ayala, por los rumbos de San Martín. Por aquí paso Juárez, pero sin carruaje. Traía cara de tristeza; saludamos con honores y aullidos correspondientes a la investidura de nuestro señor licenciado y presidente, buscaba a una mujer.
Traía las manos embarradas de tinta, las cuencas profundas de lagarto sin sueño. Aullamos duro, como corresponde a su investidura de gran mandatario, luz y progreso espiritual para tu alma hermanito presidente de la República.
Ladramos para avisar a la colonia que entre nosotros estaba el Benemérito de las Américas, el bien de ángeles, arcángeles; el bien de hombres y perros.
Pero nadie salió a besar la mano que dirigió la nación del progreso, ninguno vino a saludar a nuestro gran presidente.
Desde catres y hamacas, el patio donde medita el almendro con hojas de lágrimas nos llegó la lluvia de piedras y mentadas; luego de una pequeña duda preferimos callar, hacer la fiesta por nuestra cuenta al gran presidente de los mexicanos. Pegamos brincos de alegría alrededor del legendario señor Juárez, Don Benito, dimos todas las vueltas de perro que quisimos y que muy gentil nos permitió dar. con voz de Dios nos ordenó -en silencio- mordernos la cola y pegar vueltas; nos mordimos.
Por un momento tuvo el ánimo de un niño; como la tarde aquella cuando decretó que los mexicanos debían contar con nombre propio, inscribir los nacimientos en el registro Civil.
Cerca del amanecer se lo llevaron sus gentes, políticos y ricachones; militares.
El presidente Juárez volvió la mirada de lagarto hacia nosotros, dijo adiós con cara triste, Se alejó con la cabeza gacha como cuando un niño dice adiós a sus amigos a medio juego de pelota.
Pero volvió a preguntar por una mujer.
__¿Por Margarita? Aullamos cargados de un alma servicial.
Juárez guardó silencio, nos respondió con la mirada que mira hacia un futuro mejor de la nación: __Perros sonsos, por cualquier mujer, mi alma quiere una mujer afirmó con los ojos de braza encendida.
Se fue en medio del barullo e caballos famélicos; las sombras ayudaron a la lejanía, vimos el polvo que levantan las ruedas del carruaje negro. Aquella noche no pudimos encontrar ninguna mujer para el presidente.
***
La gente tiene muchas ideas para escribir su novela, pero la hoja en blanco impone, despinta al más pintado.
En verdad, no. A la gente no le interesa escribir una novela, le interesa criticar a los que escriben novelas, hablan porque tienen boca.
A la gente le gusta leer novelas -la verdad es que no, la gente piensa que si realiza la actividad que practicó en su primera juventud, digamos en la prepa, podría desaparecer su tristeza.
¿Por qué a nadie le interesa leer y/o escribir novelas?
Si recuerdo mis días de estudiante vuelvo a sentir la aprehensión que me provocan las libretas perdidas en la cantina, las hojas donde tenía ya escrito el inicio de mi novela -la novela necesita de un ánimo determinado y, en aquella azarosa juventud, carecía de calma.
Con el tiempo y los cientos de libretas extraviadas creció el gusto por sobreponerme luego del extravío de la libreta y decidirme a entrar a la papelería de la esquina a pedir de mueva cuenta la libreta de tapas duras.
__Me da una libreta, por favor -yo sentía pena de hacerlo.
Sumaron cientos. Ese camino a la papelería era como mi acto de arrepentimiento por mi mala conducta, la borrachera. Y ya había crecido en mí el gusto del arrepentimiento -me arrepentía y volvía a fallar.
Pero ¿de qué trata la novela?
Del carácter, la terquedad.
Porque uno no escribe su novela y le echa la culpa a la falta de conocimientos sobre la novela, a que nadie le enseñó a escribir, a que son muy estrictas las leyes de la gramática, la sintaxis, la fonética, la estilística.
La narratología.
(Los estudios semióticos, la gramática comparada que proponen los estructuralistas, posestructuralistas; el criticismo, los formalistas rusos, y un largo etc.)
Llegó el tiempo en que me junté con los novelistas, todos eran ebrios, sicópatas. Me hice alcohólico consuetudinario y en el estado de la embriaguez me gustó imaginar escenas de mi novela.
Nada. Solo era un borracho que no sabía nada sobre la novela, nada sabía del lenguaje de la novela.
__ ¿Cuál es el motor que desencadena el lenguaje?
Contaré la historia. Un día llegué al aeropuerto de Huatulco, me encontré con un rostro conocido, el de un hombre sentado en silla de ruedas.
Aquella mañana, cuando llegué al mostrador de Aerocaribe y, como todos los días, solicité mi paquete del periódico para repartirlo con los suscriptores de bahías, de regreso al auto con aquel bulto de 300 copias del periódico al hombro, recordé a quién pertenecía aquel rostro en la silla de ruedas
Era el rostro del poeta Jaime Sabines.
Y dejé caer a medio aeropuerto el paquete de periódicos y regresé a saludar al maestro.
Ese día los suscriptores se quedaron sin leer su periódico.
Pesqué la gran borrachera con Sabines, me presentó a su hijo Julito y a su esposa paquita. Y en un momento de la borrachera pregunté al poeta: ¿qué le recomienda Sabines a los jóvenes poetas?
__Que vivan -dijo-, porque no hay nada más recomendable que la vida para hacer las letras.
Pasaron los años, dejé el alcohol, los amigos, la borrachera.
Pero luego de detener la vida de copas seguía sin tener la novela.
¿Qué se necesita para escribir una novela?
Todos los días del año me siento a escribir, soy disperso.
¿Necesitaré consejos para escribir una novela?
Camino por las calles de San Martín, saludo a los ebrios tirados en la banqueta. Escucho la voz que sale por la bocina del camión de las naranjas, del fierro viejo, de la camioneta que ofrece material para la limpieza del hogar. Por la tarde pasa el auto que vende panes, pan horno de leña, los tamales de elote; al domingo, el triciclo con el pregón del atole nos despierta, tamales, churros.
¿Puedo hacer una novela con eso?
Si, primero hacer viñetas que desmarquen a los personajes, mujeres, hombres, al viejo de las obleas que pasa por la calle con un triángulo de acero que timbra de puerta en puerta.
Y están las calles con escenas de policías y ladrones.
Y el templo evangélico Vino Nuevo, y los perros y los gatos y los criminales que, de vez en vez, de noche en noche, rompen el silencio con detonaciones de arma de fuego.
¿Y por qué no escribo la novela?
Nada, porque no encuentro las palabras para marcar los registros.
Ya, en serio. Para abordar el lenguaje de la novela se requiere algo más que las ocurrencias, para mencionar la experiencia del sitio de los oprimidos.
¿Qué se necesita?
El lenguaje, el primer personaje de la novela es el lenguaje; el segundo, el género humano. Las novelas ocurren en el cronotopo (Bajtín dixit), la marcada unidad de tiempo y lugar que demanda dejar de ser solemnes.
Y los oaxaqueños somos bien pinches solemnes -lo que comemos y aquello que no probamos nos indigesta.
Como lo dicen en el pueblo: hasta lo que no comes te hace daño.
Sí, así somos, deslenguados y criticomes.
Y en la novela se siente con mayor intensidad el lenguaje escrito, “el bien común”.
Por eso para el oaxaqueño resulta imposible escribir novelas. antes de terminar la primera cuartilla sufre ya por la crítica de conocidos, amigos, enemigos y desconocidos.
Y no avanza.
Si la novela es memoria que requiere olvido para inventar una memoria. Y locura, insensatez, insano juicio. Y requiere también el mandar a la chingada a la Academia e inventar la propia sintaxis, el diccionario propio.
Y de esa tarea solo el imaginarla nos resulta imposible, tenemos miedo a la lengua de la gente, a la vergüenza.
**
ANTES DEL ALBA LA LUZ TREPA POR LOS MUROS como rata perseguida por los gatos de la madrugada.
BIEN.
YA.
Contaré la historia, pero las historias son viejas y de tanto escucharlas ya no interesan a los lectores, se repiten, así pues, contaré una suerte de atuendo, cierta estrategia de perchero -fulgor de maniquí-, utilizado por algún almacén de temporada, donde terminan los libros.
En la banqueta hay echado un perro, su imagen arde como luna grande que a medianoche se arrastra por el arroyo.
__ Hoy sí abrimos.
Por un momento pude mirar que el brillo de la luna, también reflejada en los ojos del perro, aquél reflejo me llevó a los días del mar, del tiempo en que cundían como liendres hambrientas las preguntas en mi cabeza.
¿Qué pasará?
Este es el maniquí tras el cristal del almacén.
Cuando estaban cuidando los animales un familiar mío encontró la imagen del santo. Allá donde vivían se pusieron de acuerdo en reunión, vino a ver el santo aparecido un vecino de Estetla, un hombre que sabía leer y escribir, el señor Pío Quinto López. Él fue quien avisó en la ciudad de la aparición. Pío Quinto fue a Oaxaca, buscaron allá información, cómo hacerle para enterar a la iglesia de la aparición del santo en nuestro pueblo.
Este es el inicio de la novela, salió así, investiga sobre los trámites que se realizaron para levantar la iglesia de San Mateo, que aparecido hace muchos años en los montes de la Mixteca Alta de Oaxaca. La narración, como todo espacio de lo exhibido, cuenta también la historia del extravío del que escribe novelas y poemas.
__ Siempre hay un comienzo, no lo busques.