FERNANDO GÁLVEZ DE AGUINAGA*
Las mujeres aletean, vuelan a una velocidad casi irreal, las mujeres colibríes trabajan en el campo, en la fábrica, son maestras, pero también son madres, dan su amor al núcleo familiar, trabajan para todos en la casa, las mujeres colibríes luchan por los derechos de sus comunidades, por erradicar la violencia que se cierne sobre los hijos de todo el país. Son Guardianas de las lenguas por ello decimos lenguas maternas, son custodias del agua y los recursos naturales, por ello hablamos de la madre naturaleza.
Hoy día que nuestra nación se encuentra bajo la dictadura de los asesinatos, las desapariciones forzadas, los secuestros, hablar de violencia de género es hablar de una de las partes más dolorosas de la violencia estructural que día a día padecemos en nuestro país. Lo peor que puede hacerse contra la irracionalidad de las armas y el crimen, es combatirlas con violencia, está demostrado, lo hemos padecido, la guerra ciega contra el narcotráfico ha implicado una espiral dolorosa de masacres y ha contaminado a todas las instituciones públicas.Es por ello que el arte como generador de pensamiento libre y creativo desde su expresión busca cambiar a los individuos hacia una visión positiva del mundo, hacia una posición creativa y constructiva.
Eso es lo que hace Aure en este homenaje a la mujer, lejos de generar una serie panfletaria sobre la temática de la violencia de género, lo que sus esculturas hacen es destacar poéticamente a la mujer erótica, a la que trabaja en un mercado y también a la que padece la esclavitud sexual.
Cuando denuncia, Aure genera un signo, no una mujer en una escena desgarradora, sólo un pie encadenado y lacerado en su planta, un andar atormentado y restringido, una extremidad que resume un extremismo irracional de nuestros tiempos: las mujeres siguen siendo vendidas en grandes cantidades, en las supuestas democracias actuales, millones de mujeres son esclavas de las redes de prostitución.
Pero la mayoría de las tallas realizadas por este autor, optan por el filo positivo de su navaja creadora y señalan la algarabía de la mujer que por ejemplo, defiende a través de sus trajes tradicionales, la historia cultural de su pueblo. Ha sido el género femenino mayoritariamente en nuestro país, el que hizo de los antiguos códices su Huipil, guardando en sus bordados y trajes la historia cifrada de sus mitos cosmogónicos.
Así también, la pieza que da nombre a este texto y esta exposición, es una obra maestra del trabajo escultórico en madera. Desarrollada en palo de rosa, la obra tiene un ritmo estructural y un dinamismo, que convierten su quietud en pura vida: hay que mirar como el punto eje del ombligo se disloca de la simetría de los pechos y las extremidades se tuercen en posiciones tales que todo el cuerpo se tensa de vitalidad, el colibrí que nace de los pies, señala pues a la mujer como encarnación de esta dinámica creadora, laboral, amorosa, que sitúa a las mujeres como las fuerzas motrices de las transformaciones que verá el mundo en los siguientes años, pues ni duda cabe, que si las mujeres redefinen su lugar en la historia, seremos un mundo más cercano a un ideal de justicia y recuperación de los equilibrios que tanta falta nos hace en nuestros tiempos. Si algo encarna el vuelo de estas aves, son los movimientos sorprendentes, el equilibrio en el aire, los giros imposibles para cualquier otra especie de plumíferos.
Ni duda cabe, como dice Aure en una entrevista, que este va a ser el siglo de las transformaciones desde la acción femenina, es el momento de ellas, las metamorfosis de las mujeres colibríes están sucediendo.
Todas las maderas han sido trabajadas por Aure con un respeto extremo, los troncos en sus formas orgánicas o los bloques en cortes rectos, primero se apoderan de la visión, la mente y la imaginación de Aure con todas sus vetas, sus nudos, su dureza o suavidad.
La cuchilla parece que no corta, sino que va acariciando en una improvisación emotiva, casi de danza de los brazos y las manos sobre la aromada masa de la madera para invertir el proceso, la imagen surgida cuando el bloque o el tronco se apoderó del ser creador, ahora asalta la materia para transformarla. Hace siglos, esta era una de las técnicas dominantes de la escultura, hoy día, son pocos los artistas los que practican su complejo proceso que no sólo depende de la exactitud, sino de conocer las entrañas y la piel del material para leer su fragilidad o sus cualidades. El trabajo con cuchillas y gubias ha quedado más en el campo de los artesanos.
La maestría de Aureliano Cruz Sánchez, nos enseña que esta disciplina todavía puede aportar muchas piezas maestras al arte universal y hablar desde sus formas sobre los temas que nos preocupan hoy en día.
*Texto de sala del crítico de arte Fernando Gálvez de Aguinaga
sobre la exposición Mujer Colibrí que se inaugura este miércoles 30 de agosto
a las 12:00 horas en el vestíbulo del Congreso del Estado, en San Raymundo Jalpan.