OAXACA, Oax. (sucedióenoaxaca.com).- Aunque su acta de nacimiento asienta que fue el 26 de agosto de 1899, Rufino del Carmen Arellanes Tamayo nació el 25 de agosto, a la una de la tarde, en la calle Cocijopí del barrio del Carmen Alto de la capital oaxaqueña.
“Con la quietud propia de la ciudad de Oaxaca, el viernes 25 de agosto de 1899, como de costumbre, el tiempo transcurría apacible, cálido y luminoso. Hacia el mediodía, inquieta, (Florentina) una joven embarazada sobrellevaba las dolorosas contracciones que cada vez eran más cercana y fuertes. Adentro de ella, desde su pequeñez, un ser se apresuraba para erguirse a la vida”, escribe Ingrid Suckaer en el capítulo “El primer llanto” de su libro Rufino Tamayo Aproximaciones (Editorial Praxis, 2000).
“Había llegado al mundo Rufino Tamayo, uno de los pintores mexicanos más representativos del siglo XX”, continúa Suckaer en su relato para luego aclarar que el error se debe a la fecha que declaró el padre del niño, Manuel Ignacio, en el Registro Civil, “lo cual se deduce del relato bautismal que, a la letra, dice que el 26 de agosto de 1899, a un día de nacido, el niño fue bautizado en la Iglesia de la Preciosa Sangre de Cristo”.
En la fe de bautismo de Tamayo, se asienta como hijo legítimo de Manuel Arellanes y Florentina Tamayo. Los abuelos paternos fueron: Manuel Arellanes y Nicolasa Saavedra; los abuelos maternos: Sebastián Tamayo y Bacilia Navarro. Los padrinos: Manuel Sánchez y Juana Tamayo.
El 6 de septiembre del mismo año, Manuel Arellanes acudió ante el juez del registro civil de la ciudad de Oaxaca a registrar el nacimiento de su hijo. Testificó ser soltero, de 22 años y de oficio zapatero.
Declaró que “el día 26 de agosto del corriente, a la una de la tarde, en la casa número 3 de la segunda calle de Cocijopí, nació el niño llamado Rufino del Carmen Arellanes” a quien pidió que se le declarara como su “hijo natural”.
Aclara Ingrid Suckaer que el padre de Rufino Tamayo mintió: pues ni era soltero ni tenía 20 años, y el niño había nacido el 25, no el 26 de agosto.
En aquella época, se estilaba que acudiera solo el padre a registrar a un hijo proporcionando los datos de la madre que, debido a que guardaba “cuarentena”, no podía acudir, pero el padre de Rufino Tamayo no lo hizo así.
También existía la opción de que la madre, una vez recuperada tras guardar cuarenta días de reposo tras el alumbramiento, acudía a certificar que su hijo también llevaría su apellido. En el acta de Rufino Tamayo esta observación nunca fue agregada.
Muchos años después, Rufino adoptó el apellido de su madre con el cual se hizo célebre como uno de los pilares de la plástica mexicana contemporánea.