FERNANDO AMAYA*
Pero es que ella se lo había prometido y él pensaba en esa intimidad floreciente, en aquella porción de ella misma servida como aliciente a su vida menesterosa en cuestión de amores y otras sospechas. “La porra”, pensó, y en un halago de ejercicio mental “más de lo que yo merezco”, farfulló entre dientes, con un ademán también inconcluso, más parecido a un tic nervioso en este caso solitario y sin réplicas, quizá tal vez como un temblor desvaneciéndose hacia el centro de la tierra.
Esa tarde estuvo mirando el horizonte, sin fatigas, pensando en esa línea llena de esponjas parecidas al mérito oculto que ella le había concedido y del cual esa misma noche echaría mano, boca y todo lo que es permisible cuando existe disposición para compartir la sustancia del ser, el alimento del alma.
Conforme se iba acercando la hora (esta que no era la medida del tiempo, sino el acontecimiento más importante en su vida), en el pecho le crecía un yembé que amenazaba con salirse para convertirse en desmayo, cascada o arrecife diluvial sonando por cuenta propia en la murga que era su propia comparsa.
La hora estalló frente al azoro de su apremio urgente y lo encontró dentro de un pasillo oculto con acceso al paraíso. La vio venir blanca y airosa como una nube, rizada y ligera cual una ola, y su inquietud lo forzaba a estrecharla en un abrazo que los condujera a la concesión que ella le reservaba. Pero de qué tamaño fue la ola que lo derribó de su pesquisa cuando ella se adelantó para poner enfrente suyo una bolsa de papel estraza extrayendo de ahí un pan elipsoidal y oblongo ofrecido con un gesto de gentileza purísima y sincera. “Es para ti”, le dijo, “desde que te la ofrecí no he hecho otra cosa que pensar en ello, a sabiendas que lo que más te gusta es el pan y los plátanos fritos”. Él tomó el pan y lo guardó en su bolsillo y aún cuando permaneciera más tiempo ahí, sintió en ese momento que se iba, pensando en lo difícil que era llegar a la cumbre para coronar su sueño de amor, de luz y de intimidad. Porra, pan dulce.
Porra: Localismo de la costa este oaxaqueña (Pochutla, Huatulco y Tonameca) que se refiere a la vulva.
*Fernando Amaya es un cantautor, poeta y narrador originario de la costa oaxaqueña.