En la China de las historias de los viajeros se cuenta una curiosa situación. La pregunta de saludo no es ¿Cómo estás? Pues la respuesta seguramente será bien, un bien que no refleja nada, un bien vacío, carente de sentido y muchas veces incluso fingido. Uno está bien porque tiene que estarlo; el sistema, la rutina, las redes sociales nos exigen el bienestar. Por el contrario, en aquellas remotas latitudes asiáticas suelen preguntar ¿Ya comiste? Eso si puede resultar en una pregunta verdadera y tal vez incluso mas profunda. Si ya has comido significa que las cosas van bien, un bienestar real y asumido, profundicemos un poco en ello.
El ser humano es mucho más que las costumbres racionales que cree tener. Muy en el fondo de sí, actúa el instinto y muy a modo de supervivencia, tal instinto nos conlleva a abstenernos de alimentarnos si las cosas van mal, si la tristeza o la aflicción nos sobrepasa, y es que si las cosas van bien, por puro instinto no podemos estar pesados por el consumo alimenticio, el cuerpo está en alerta máxima debido a la aflicción que nos consume y algo que consume tanta energía como la digestión pasa a segundo plano, porque ese “sexto sentido” nos cuida y se encarga de preservar nuestra existencia a como dé lugar priorizando la energía y el tiempo de reacción ante una posible vulnerabilidad o amenaza.
Y qué curioso que sigamos reaccionando como seres instintivos aun en tiempos de la totalidad digital y la vanguardia tecnológica, pero es que ante amenazas desconocidas recurrimos a nuestros instintos más primitivos para lo que desde un inicio ha sido el objetivo, la preservación de la vida.
Entonces el humano moderno suma otra capa entera de complejidad al bendito y glorioso gusto de alimentarse. En un mundo hiper conectado donde se supone que la tecnología facilita nuestras vidas la aparente falta de tiempo se vuelca en nuestra contra. De pronto nos alimentamos con pasteles y creaciones digitales en un constante scrolling consumiendo contenido de redes sociales y dejamos de priorizar nuestro bienestar por elección propia. Atentamos contra esa imperativa necesidad básica que es alimentarnos para preservar la existencia.
Preguntar entonces ¿Ya comiste? Se vuelve más que un saludo, en tiempos actuales puede resultar en una invitación, en una búsqueda por el bienestar común. Uno de los pocos actos en los que con esfuerzo podemos prescindir del aparato tecnológico digital para disfrutar del gusto que es comer, saborear y de estar acompañado también disfrutar a quien tenemos enfrente o al lado.
Comer es bienestar, aunque no siempre se trate de comer bien. El bienestar se ha convertido tanto en una búsqueda para nuestra sociedad actual que incluso ya toca los terrenos del negocio. ¿Hablamos pues de un bienestar que podamos manifestar en redes sociales para disfrute de quienes nos aprueban con gestos digitales? ¿O preferimos el bienestar de respirar en una tarde tranquila sentados al atardecer frente al mar, y respirar?
Debo entonces preguntar, querido lector, ¿Ya comiste?