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Por eso no te enamoraste de mí / CAPÍTULO IV

Está temblando, quiere besarlo, quiere tocarlo, quiere perderse entre sus brazos y darse cuenta de que el amor no es eterno. Él está sorprendido, no la esperaba, la observa y entre sus ojos color avellana encuentra un alma que no quiere saber de amor y solo busca encierros.

Se besan, ella sonríe y no se detiene, le gustan sus besos, hace tanto que no la besaban que había olvidado a que sabe un primer beso. Él está listo, la toma entre sus brazos y le dice todo con un beso, no promete nada, no da nada, pero algo ha comenzado a latir con fuerza en su pecho.

Esa noche solo hay besos, terminan exhaustos, cansados de una guerra que no inicia pero que les ha despertado los anhelos.

-¿Por qué vienes? ¿Qué quieres?- le pregunta mientras le besa el cuello. Ella no responde, solo lo abraza, ¿cómo decirle que no quería nada?, ¿cómo le dice que se acaba de enamorar de sus besos?



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