Juan Carlos Zavala Díaz en Narcopoemas vuelve al origen de la poesía, la condición de lenguaje simbólico de la clarividencia donde el poeta (la voz de la tribu) avanza sobre terrenos de violencia y muerte, magia y revelación.
La voz de la tribu
La entrevista es con el periodista Zavala (San Pedro de las Colonias, Coahuila, 1982), corresponsal de El Universal, director del portal de noticias Estado 20 y como poeta, autor de Barjanes en la profundidad de Tetis (2023), Narcopoemas (2025).
-Y con Narcopoemas tu trabajo nos regresas a esa condición que da origen al lenguaje, la magia.
-Cuando empiezas a escribir o intentas escribir lo haces desde la timidez. Hay un pudor de los jóvenes que empiezan a escribir y se esconden tras palabras complicadas o poco conocidas tratando de decir algo interesante o erudito. Solo tienes un momento en que llegas a expresarte con lenguaje cotidiano, cuando obtienes las palabras que se viven al momento. Y es con esas palabras, quizá, logras lo más auténtico, porque son más sinceras y honestas aunque se está siempre con el temor de que no puedan ser poéticas ni literarias.
Por otra parte, la presencia de la magia tiene que ver con mi contexto social, en San Pedro Coahuila o en el norte del país se da la cercanía con las brujas, mujeres que hacían “amarres”, rituales de amor o de castigo o de venganza. En ese tiempo de mi adolescencia eso era común, recuerdo que se hablaba entre los amigos de eso; lo que refiere a la magia o brujería llama mi atención.
El lenguaje de la poesía
-Los poetas utilizan el lenguaje florido, bello, armónico, pero tú buscas el lenguaje de la muerte para plantear el poema. Esta elección pone al lector frente al origen del lenguaje, lo fundacional de tribus y clanes, el rito y la muerte.
-Eran las palabras que estaban ya en mi lenguaje, fueron del tiempo de mi comunidad. Con el contexto de violencia cambia el lenguaje. Cómo se designan y cómo se mencionan algunas cosas, cómo se nombran. Cómo se definen. De pronto entre vecinos, entre amigos, se hablaba de “estacas”. ¿Qué cosa son los estacas? Los guaruras, los espadas que acompañan al que tiene la plaza. ¿Y qué es la plaza? Puedo decir que no es el espacio público donde la gente va y se divierte, se entretiene; la palabra define el territorio controlado por un líder y un grupo del crimen organizado.
-Tu trabajo nos hace volver a los temas que dan origen a la literatura de Occidente, la guerra y la muerte como principio del canto.
-Más que cantar a la guerra mi necesidad era decir algo.
-En tu poesía habla el cuerpo que se parte, el cuerpo desmembrado.
-Surgió de manera natural, espontánea. Las palabras ya estaban ahí, son de mi juventud. Las imágenes utilizadas son de mi experiencia, las agregué como forma de decir que somos tan frágiles.
Canta el cuerpo desmembrado
-Creo que este verso me resulta central en tu Narcopoemas: “pero nadie quiere estar en casa”.
–Hay muchas formas de esclavitud o de control social, nadie quiere ese tipo de control y es en ese sentido como hablo de esa casa.
Las formas del poema
– ¿El poeta es testigo del horror y tiene que cantar al horror?
-No creo que se escriba desde ese pensamiento. Los premios de poesía premian a lo políticamente correcto, ciertos temas Woke. No creo en esa poesía temática, Narcopoemas me llevó ocho años, lo inicié cuando tenía 25, puedo decir que la poesía no sale de un proyecto.
–Narcopoemas borra fronteras, no muestra las regiones de sur o norte porque todo el territorio nacional es parte del horror.
-No sé si mi poesía tenga algo que ver con mi trabajo: el periodismo, donde se te exige rigidez, fuentes, objetividad. Pero la realidad está más allá de la objetividad, trata de algo que pasa y que vivimos.
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-Zavala, lograste el mejor poemario publicado en Oaxaca en este año.
-Gracias. Estos no son poemas de denuncia, lo dice Baudelaire en Las flores del mal: de aquello que rechazamos pueden nacer flores, guardo esa intención.
***Narcopoemas será presentado el jueves 23 de octubre a las 18:00 en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (Iago Alcalá).