__ ¿Tienes mezcal?
__Tengo mezcal -dijo el hombre del molino.
Contaré la historia, pero las historias son viejas y de tanto escucharlas ya no interesan a los lectores, se repiten; así pues contaré una suerte de atuendo, cierta estrategia de perchero (puro fulgor de maniquí) utilizado por algún almacén de saldos donde terminan los libros.
En la banqueta hay echado un perro, su imagen se arrastra como luna grande que arde por el arroyo.
__ Hoy sí abrimos.
Por un momento pude mirar que el brillo de la luna, también reflejada en los ojos del perro; el reflejo me llevó a los días del mar, del tiempo en que cundían como liendres hambrientas las preguntas en mi cabeza.
__ ¿Qué pasará?
Cuando estaban cuidando los animales un familiar mío encontró la imagen del santo. Allá donde vivían se pusieron de acuerdo en reunión, vino a ver el santo aparecido un vecino de Estetla, un hombre que sabía leer y escribir, el señor Pío Quinto López. Él fue quien avisó en la ciudad de la aparición. Pío Quinto fue a Oaxaca, buscaron allá información, cómo hacerle para enterar a la iglesia de la aparición del santo en nuestro pueblo.
__ Siempre hay un comienzo, no lo busques.
__ ¿Por qué no te mueres? –dijo la voz antes de alcanzarme el marro.