El cuerpo no encuentra su acomodo en la cama, sobra una pierna, falta la sábana; se atoran los respiros. Antes de dormir limpio mi mesa de trabajo, arreglo colores, lápices, botes con las mezclas, el papel.
La práctica de disponer los materiales para la nueva jornada de trabajo la traigo de la escritura: antes de dormir pongo la primera línea para el trabajo del día siguiente, para entrar conectado, al inicio agarrar ritmo es lo que más cuesta.
Quizá sea lo más difícil de lograr para este trabajo de todos los días. Me ayudo, limpio la mesa, ordeno para no tener distracciones, pretextos para abandonar el trabajo.
Los temas vienen con la respiración, viajan en el aire, la atmósfera (tengo una memoria con miles, quizá millones de imágenes ya vistas con anterioridad).
Entiendo que el pintar no sea de inspiración, lo tengo claro; resulta que es existencia, construcciones que parten de existencia previa, miradas.
Tengo la práctica del diarista, recojo elementos a partir del manejo de la información. Para para hacer mi trabajo me abastezco de materiales, historias, noticias.
Las historias traen el lenguaje social.
Entiendo una cosa: trabajo la ficción que se comunica por signos establecidos, señas.
Señales, códigos que se comparten; no la sufro: el lenguaje es de todos (dichoso bien común). Cuando ingresé al diarismo me dieron una norma: habla de bikinis en invierno y de abrigos en invierno.
No hay pierde, con esa regla hago el trabajo creativo.
Lo dijo Pound, el poema trae noticias.
Acá lo “conflictivo” del asunto podría ser la “mirada”, el detalle que debo recoger para construir mi historia.
Lo dijo Hemingway, “el escritor debe poseer un detector de la mierda”.
Hay gente que se dedica al periodismo, por ejemplo, que cobra por ese trabajo que cuando hace su “nota” nunca se entera dónde está la noticia.
La mirada implica síntesis, ver y hacer crecer el detalle, lo singular, aquello que se puada compartir.
Saber el chisme.
Con estas referencias soluciono la pieza, pinto. Funciono como antena que recibe indicios. Este principio, ser otro, utilizar el lenguaje singular de mi actividad, pone en marcha el proceso creativo.
Entro en el personaje, dejo mi vidita, me olvido de las circunstancias personales y me emociono con el personaje llamado artista, con su lenguaje.
Aceptos sus normas, sus reglas.
Solo habito el espacio para ser otro, aquel que extrae de mi emoción los elementos de la imagen.
Ojo: no se trata de algo arbitrario, no.
Somos lenguaje, pero cada oficio tiene su propio lenguaje, no habrá que confundir.
No utiliza los mismos elementos narrativos un relato escrito, uno contado de forma oral y otro narrado en el lenguaje visual.
En algunos momentos cuando pinto me percibo libre, desbocado (en la pintura no hay tachaduras ni enmendaduras como en las letras, en la pintura el error se integra, se hace transformación de la imagen (el espacio de la magia, el uso de los códigos ocultos).
Establezco mis rutinas, a mi lado derecho tengo ya los materiales, colores, pintura. Al lado izquierdo guardo espacio para tender papeles para poner a secar las piezas.
Abro los botes, el olor del contenido de traslada al personaje que pinta.
Soy el niño que juega en casa.
Corto, rompo papeles, obtengo medias, proporciones.
En la pintura no existe la falla, toda marca resulta una seña, el código secreto que se comparte.
No siento pasar el tiempo.
¿Qué pone la circunstancia que anula el tiempo?
El lenguaje, la construcción del lenguaje.
No hay algo qué decir, al algo que revelar.
Llama mi atención el trabajar todos los días con los elementos de la magia, este lenguaje y su revelación a partir de la insistencia, pura terquedad.
El que pinta tiene el oficio del necio, la obcecación del jugador de cartas.
El que anula su existencia y vive para saber el resultado del juego de cartas.
Por eso puedo soportar rutinas de trabajo que me dejan el cuerpo molido.
Porque me interesa saber el resultado final.
Y ese no saber de la suerte me lleva a estar dispuesto a lo mismo al día siguiente, conocer el mecanismo de la intriga me hace saltar de la cama muy temprano.
Si, quizá pintar sea la otra cara de ese vicio que tengo de escuchar las noticias muy de mañana, escucho noticieros de las 5 AM, escuchar las noticias afila la mirada (esto lo saben los políticos, pintar es dar testimonio de la época, hacer registro, politizar la época).