ZAGREO YACO*
Hipócrita lector, ya no vas a saber si esto lo escribo yo o una Inteligencia Artificial con miles de millones de datos que simula mi estilo y mi personalidad. A partir de hoy manifiesto que todo texto que escriba tendrá que ser puesto en duda respecto a su autoría. ¿Acaso teclear palabras como ingredientes de una receta nos convierte en expertos cocineros?
He ahí el dilema respecto a la IA, y que motiva estas ¿falsas? palabras.
En el Colectivo un compañero mostró emocionado el resultado de su más novedoso hallazgo: un relato escrito por una IA. Debo decir que la mayor parte de los integrantes del Colectivo tiene suficientes páginas recorridas para distinguir las falencias evidentes del texto generado por IA. A la vez todos reconocimos que el texto en cuestión era coherente y no presentaba errores de puntuación u ortografía, vamos, que sin dudarlo, uno podría creer que es un relato escrito por un humano.
Lejos de sentirme intimidado o deprimido por semejante competencia (recordemos el episodio de Kasparov y la computadora que lo humilló jugando ajedrez, lo primero que pensé fue en la extraordinaria herramienta que tienen los creadores de contenido con el IA en sus manos. Crear borradores de forma instantánea con la facilidad de quien escribe una receta hace palidecer las dos mil doscientas obras del Monstruo de la Naturaleza; es más, imaginemos qué habrían hecho los escritores del Siglo de Oro con semejante herramienta.
Muerto de curiosidad abrí mi cuenta en ChatGPT y comencé a realizar una entrevista a la IA, le pedí que me dijera sus tres principales funciones, aquí su respuesta:
- Generación de contenido: crear contenido de forma automática a partir de un tema dado.
- Aplicaciones interactivas: proporcionar respuestas relevantes y contextuales para preguntas formuladas con lenguaje natural.
- Inteligencia artificial: Mejorar la comprensión del lenguaje natural mediante el emparejamiento de patrones de discurso para identificar patrones y pronosticar comportamientos futuros.
Como si se tratara de una novela de Asimov, la inteligencia artificial encontró que el futuro está en el código que usamos para comunicarnos, lo que Borges o Ted Chiang ya imaginaban en sus cuentos de forma diferente: por un lado Borges y su Aleph, un objeto imposible en la realidad de nuestro lenguaje, que no puede expresar el todo sin hacer una lista de sus partes. Por otro lado Chiang, quien en la Historia de tu vida propone un lenguaje alienígena en el que se habitan todos los tiempos y con ello se evade la muerte, ya que los hablantes viven en la eterna red del lenguaje.
Increíble pensar que en la era más visual de la historia, dominada por YouTube, Netflix y anexas, el futuro se pueda adivinar con las mismas herramientas que ya tenía Lope de Vega cuando escribió Fuenteovejuna: las letras del abecedario.
*El autor es integrante del Colectivo Cuenteros, y esta es una colaboración especial para su BLOG literario Todos los fuegos.