Fue antes del auge del mezcal, en los tiempos en que el trago no era “Don Mezcal”, ni existían las degustaciones del Meque, cuando el marrito era territorio ilustrado de la trastienda, bebida libre para paladares exquisitos del Escuadrón de la Muerte; digo que antes de toda esta bonanza etílica Generación ya circulaba y, desde luego, Carlos Martínez Rentería era popular entre la banda contracultural.
Da Jandra me presentó a Rentería en Huatulco, en uno de aquellos Encuentros Eculturísticos, pura tropa pesada, José Agustín, Guillermo Fadanelli y una bola de hambrientos de alcohol, borrachos todos, piradas que amanecieron un día en la rada de Santa Cruz, dispuestos a beberse el mar de un buche.
Aún no se hablaba del mezcal, Generación ya circulaba, no quiero hablar de fechas, los borrachos no tenemos memoria.
En la capital oaxaqueña, contra esquina de la iglesia del Carmen Alto, en La Popular, me dijo Fernando Lobo, “Rentería tiene más vidas que Dios”; era una presentación de la revista, no recuerdo qué número, no sé si la edición hablaba de tlayudas, pintores oaxaqueños o muxhes.
Carlos Martínez Rentería en Oaxaca se rompió una pierna, aquel accidente fue como colgar una estrella más en el cielo de aventuras de su existencia.
Un día me lo topé en Juchitán, en el Istmo de Tehuantepec, fallecido ya Macario Matus, poeta miembro distinguido del Club de los Labios Resecos, Rentería estaba en Bar Jardín rodeado de jóvenes pintores istmeños.
¿Hago un recuento? No, sólo pasé a saludar, dejar chapulines, mezcal, harto mezcal y desear larga vida a la revista Generación con un fuerte abrazo a sus lectores.
* Texto leído en la FILO, el domingo 21 de octubre, durante la presentación de la revista Generación
en su número del 30 aniversario, “La equivocada felicidad”.