TAMARA LEÓN
OAXACA, Oax. (sucedióenoaxaca.com/vía COMUNICADO).- Ojos que no ven es la unión de obra reciente de las artistas Maries Mendiola (ENAP) y Esther Guízar (UAM) conformada por dibujos e instalaciones multimedia que complementan la muestra donde el trazo, la intención, la fuerza, cortar, pegar, coser, escuchar y hasta romper confluyen para mostrarnos una exposición versátil y propositiva.
Nos enfrentamos a un hilo que teje la contradicción entre la destrucción y la construcción que intervienen como valores simbólicos a la experiencia de ser mujer, lo que no se opone a la unidad de la obra sino conforman de manera infinita la individualidad de cada artista.
Inevitablemente, este hilo conductor nos entrelaza por vivencias pasadas. Gracias al quehacer de nuestras artistas, vemos la relación que existe entre el arte y la vida, como si nos asomáramos a un espejo del mundo que nos refleja la reconstrucción de ayeres lejanos como un proceso artístico a través de experiencias personales, recuerdos, acontecimientos recientes y añejos que resultan motivaciones de vida.
Por fortuna, lo femenino o la búsqueda de lo femenino en el arte se compromete a nuestro momento histórico creando puentes entre las reflexiones sobre el hecho de ser mujer y la práctica artística haciendo uso de materiales, técnicas y diversos medios audiovisuales creando una estética feminista en el transcurrir del arte y lo más importante, retomando las palabras de Silvia Bovenschen “que las mujeres artistas no permitan quedarse atrás nunca más”.
Ante la confrontación de términos como estética y crítica feministas, además de enriquecerlos con diálogo y conocimiento, también habrá que cuestionar la falta de presencia de las mujeres en las galerías o los museos y en el ámbito artístico en general como consecuencia de la poca crítica a su participación pública y actuación artística.
La obra de Ojos que no ven tiene varias lecturas desde su concepción multidisciplinaria que incluye tradiciones y estereotipos, prejuicios hacia el sexo femenino y la libertad sexual en la que los símbolos representan valores muy significativos que nos llevan echar una ojeada a dos mundos personales.