SANTA MARÍA ATZOMPA, Oax. (sucedióenoaxaca.com).- Qué lejos quedaron esos juegos en la calle del barrio sin importar que cayera la noche. Los niños de hoy ya no pueden disfrutar de los amigos, de la cascarita de futbol, la bicicleta o el juego del mono o rayuela, lamenta Crispín Vayadares a propósito de su próxima exposición Érase una vez, en la Galería Arte de Oaxaca.
El artista plástico originario de San Miguel del Puerto en la costa de Oaxaca, quien muy pequeño llegó a radicar a Salina Cruz, rememora con nostalgia la que, dice, fue su infancia feliz, y que la inseguridad ha cancelado para los niños en la actualidad.
“Antes había libertad, los padres sabían que no pasaba nada y te dejaban ir a jugar con los amigos a la calle, aunque estuviera obscuro. Éramos pobres pero felices. Yo era feliz en un cuarto con piso de tierra y con paredes de carrizo, porque no nos preocupaba la riqueza”.
Eran los años setenta, los días del futbol llanero cuando todos los chicos querían parecerse a Pelé, y practicaban la lucha libre en la calle empolvada tratando de emular al Santo, el enmascarado de plata.
-¿Cuándo cambió su infancia feliz?
-Recuerdo claramente que en Salina Cruz había un vergel donde íbamos a jugar; ahí llegaba un brazo del río Tehuantepec. De repente vimos que empezaron a entrar tractores, esas máquinas enormes, y empezaron a abrir grandes calles. Iban a construir la refinería.
Era más o menos 1975. Muy pronto, la playa donde íbamos a bañarnos empezó a ponerse negra, con restos de chapopote. Llegó el progreso.
Con la refinería la vida en Salina Cruz cambió, y con su crecimiento biológico, Crispín Vayadares prefirió emigrar en busca de su crecimiento espiritual y creativo. Se fue a la Ciudad de México, a Monterrey, vivió en Miami, salió a exponer su trabajo pictórico a varias partes del mundo, y finalmente regresó a Oaxaca.
Después de más de 70 exposiciones dentro y fuera de México, la pintura de Crispín Vayadares, con el sello que le caracteriza, los fondos “tejidos” al óleo con espátula y pincel, viaja este fin de año por el túnel del tiempo para recuperar la memoria del niño feliz que fue, y que se fue para siempre.
Otras veces muy coloridos, esos “fondos tejidos” que semejan el de la palma, ahora se muestras de tonos grises tirando a negro.
“Con esos tonos quiero decir que los tiempos que los niños jugábamos de noche y no pasaba nada. Es una pena que los niños ahora estén encerrados con el X-Box o en internet. Su vida transcurre dentro de su casa. Antes no había celular, había canciones infantiles en el radio. Yo escuchaba a Cepillín. No soy pesimista, soy realista”.
Érase una vez se compone de 15 óleos de formato mediano y pequeño que muestran el mundo infantil de hace 30, 40 años, cuando el consumismo no nos había arrasado, dice Vayadares.
-¿Se volvió a sentir niño al pintar esta serie?
-Solamente son recuerdos. Ya quisiera volver a sentirme niño.
Esta muestra pictórica se inaugura el sábado 13 de diciembre a las 19:00 horas en la Galería Arte de Oaxaca, Murguía 105, centro histórico.