OAXACA, Oax. (sucedióenoaxaca.com).- Un tributo a la amistad fue el concierto que brindó la cantante Silvia María en Casa Mezontle, el cual abrió con el performance «La Llorona» con la intervención del artista escénico Gabriel Soberón.
«Todos me dicen el negro, Llorona, negro pero cariñoso…», cantaba Silvia María, mientras el bailarín y coreógrafo descendía por una escalinata de caracol dibujando movimientos al ritmo de la música.
Acompañada de su guitarra, al principio tierna, serena, suave, y más tarde explosiva, violenta, fuerte, la artista oaxaqueña, hechizó por igual a las amistades que acudieron a escucharla, que a turistas extranjeros que degustaban un mezcal aquella noche de celebración a los Fieles Difuntos, en días pasados.
«Creo que Dios me dio la gracia de comunicarme con el público», dijo la intérprete cuando le preguntamos cómo logra hipnotizar para luego transmitir tantos sentimientos en el escenario.
La ambos creadores brindaron un espectáculo intenso y sublime que detuvo el tiempo durante nueve minutos, porque, como decía el escritor Andrés Henestrosa, mientras el hombre, la mujer, crean, aunque no haya evidencia científica, el tiempo se detiene.
Soberón, joven psicoanalista originario de la Ciudad de México, no pretendía en el escenario otra cosa que romper la temporalidad y, dijo antes de su presentación, «conectar con cosas profundas o esenciales, con mi mundo interno, con la memoria de mi niñez y de quienes amo y me han amado».
Y a partir de entonces vino la cascada de canciones que la artista ha llevó a escenarios de la república mexicana y del extranjero, mucho antes que figuras del marketing como Lila Downs y sus epígonas lo hicieran.
Del repertorio obligado en Días de Muertos interpretó: «La bruja», «La Sandunga» y «La Martiniana»; y del alma le brotaron el huapango «El pastor»; «Mujer oaxaqueña» de Rodolfo Villegas; «Como de 30″ de Héctor Martell, estilo bolero; » Si quieres» de Juan Gabriel; su clásico «Paloma negra» y «La gente que me gusta», un tema de Manuel Alejandro basado en un poema de Benedetti, que es un canto a la amistad. Entre muchas otras.
-¿Cómo logra Silvia María penetrar el alma de su auditorio?
-No es que haya vivido todo lo que canto, lo que expreso, pero soy testigo fiel de mis amigos, de mi familia, de mis vecinos, de mis cuates, y de cosas que me han pasado a mí, por supuesto.
El concierto de Silvia María en Mezontle devino en una íntima bohemia entre amigos donde se rompieron las barreras de edades, nacionalidades, gustos musicales, para compartir y disfrutar de un tiempo y espacio comunes bajo el embrujo de la voz de la artista oaxaqueña.
Al final, después de innumerables peticiones de “otra” y”otra”, la intérprete recibió las muestras de cariño de sus amistades, entre ellas la anfitriona Virginia Moreno, y de sus admiradores, como St Leon, uno de los artistas de base de Mezontle, quien tributó a Silvia María con «Gracias a la vida», de Violeta Parra.
Tras agradecer las muestras de cariño, y antes de retirarse, Silvia María debió elegir entre dos invitaciones, una por parte de uno de los restaurantes más cotizados de la ciudad, localizado a media cuadra del ex convento de Santo Domingo, o unas deliciosas tlayudas con un amigo suyo.
«Vámonos con mi amigo; tiene una tortillas deliciosas», le dijo al diseñador y editor Mario Lugos, a quien tomó del brazo para salir airosa, como la Flor de la Canela, antes de que concluyera la noche e iniciara el nuevo día.
1 comentario
hola, Silvia María es excelente artista, y ademas es amiga. nomás quería comentar a la persona que escribió el artículo que no es necesario echar tierra a una otra Oaxaquena como Lila Downs diciendo que ella es solo un producto de marketing.