En Ecatepec el viento no duerme.
Habito en Retorno Ciclón. Por la noche se escuchan balazos,
ulular de patrullas. El miedo crece,
trabaja con un palo de madera.
En casa contamos con libros, lecturas.
Tenemos poesía de Ana Franco, Rocío Cerón,
prosa de Margo Glantz, Por breve herida.
Las horas avanzan entre quietud y necesidad.
Mantenemos la calma con el ruido del portón,
la voz del altoparlante que anuncia decesos,
velorios, recompensas por la información
de gatos extraviados. Y amaneceres
“como dos currucucú paloma”.
Ama Franco dice:
“Me levanto finalmente media hora más tarde:
pongo el café y la música,
leo,
escribo”.
Si, tenemos herramientas de quietud desde la infancia,
pero en los momentos de paz también silba el viento
que corta hondo con su serruchito.