¿Qué clase de oaxaqueño eres? me pregunto al final de una tarde ocupada mientras miro un cielo oscuro que clama por agua. Oscuridad brindada por los humos de páramos y pastizales en llamas. Y es que como cocinero el único fuego que no disfruto ver arder es el que devora nuestros bosques mientras en la ciudad hacemos como si no pasara nada.
¿Eres acaso de aquellos que esperan ansiosos la Guelaguetza? Ansías alimentar a otros y ver correr por la ciudad a cientos de personas que admiran la arquitectura, el arte, la gastronomía pero no pudiste alimentar a quienes combaten el fuego. Hará ya un par de semanas que brindaste agua en el glorioso día de la samaritana pero no pudiste brindar agua a quienes en verdad tienen sed, no pudiste vaciar agua sobre los árboles que no pueden correr de una llamarada voraz que se alimenta de ellos como un local sobre un buen plato de memelas.
¿Esperas entonces tomarte una foto en el centro histórico y taguear a Oaxaca en Instagram como la ciudad de moda? ¿Y te quejarás del calor, y del tráfico, pero asistirás a calendas atiborradas de pirotecnia olvidando que otros humos te fueron indiferentes?
Los sábados en Oaxaca han cambiado, antes mis amigos me escribían para revisar qué podríamos hacer, qué salida tocaba en el fin de semana previo a la semana santa. Ahora me escriben para avisar que por poco les tocaba un asalto en una tienda de conveniencia local, Oaxaca tiene otra temperatura, Oaxaca arde y en ella se cocinan sentimientos no tan amables.
¿Y entonces qué pasó con la Primavera? ¿Y la primavera oaxaqueña?
¿Eres consciente de que el gobierno regalará conciertos, organizará carreras y tapará el sol con un dedo? Al igual que tú se tomarán fotos, harán videos “reforestando” y el tequio servirá para alcanzar la próxima alcaldía, la próxima diputación, la próxima gubernatura. Pero ¿quién se preparará para el próximo incendio? ¿Quién se preparó para el anterior?
Un par de helicópteros volando bajo en el desfile del día de la independencia no son suficientes para cubrir la cuota de un estado tan grande, un helicóptero lanzando agua en lapsos intermitentes no es suficiente para 300 hectáreas que son consumidas por un fuego implacable avivado por rachas de aire que en otras condiciones agradeceríamos por refrescar nuestras frentes.
Eres un oaxaqueño de piel morena, más morena por la quemazón que promueve el partido y últimamente también por las cenizas que el viento rocía sobre tu piel.
No hace falta un terremoto para recalcar que entre oaxaqueños hemos salido de peores, que como sociedad unida unos mandan tortas, otros mandan aguas y algunos otros hacen su agosto fingiendo que ayudarán pero solo a su propio abasto, a crecer su despensa, pues no faltará la piedrita en los frijoles. Y también te preguntas ¿cuánta agua donaron los hoteleros que ocupan decenas de pipas de agua mensuales, cuantos platos de comida donaron los restauranteros que se engalanan con estrellas y dan prioridad a los foráneos? ¿O es que Oaxaca solo funciona como marca comercial?
Y la otra semana habrán vacaciones, y los devotos quemarán las palmas para el otro año pintar sus frentes con las cenizas, cuando las palmas se las llevan aquellos que no buscan descolgar recursos del erario público, quienes combaten el fuego con palas y picos y no con comunicados de prensa y publicaciones de Twitter (x); y en dos semanas habrá béisbol, conciertos gratuitos y que siga la primavera, y que llegue el verano, la guelaguetza, los muertos…
¿Y le harás su altar a los árboles muertos también? Debe ser aterrador morir calcinado ¿no lo crees?
Y dentro de la penumbra de los humos asoma una luna gigantesca, brillante, hermosa, digna de una postal, solo con un leve retoque, que no parezca humo, que parezcan nubes, que no se vea el fuego, y que los puntos de luz que la cámara toma se confundan con el alumbrado de la ciudad, y que la vida siga, que en boca de todos permanezca la política y en el recuerdo otra festividad. Guardemos las peores partes para el olvido, la naturaleza, los pueblos indígenas y el cambio climático.
Y otro año llegará, otra temporada de vacaciones, y espero equivocarme, otros desastres naturales, y entonces me dirás qué clase de Oaxaqueño serás…