ERNESTO REYES
El 18 de diciembre, circuló un documento de solidaridad, firmado por personas periodistas, comunicadores y de la sociedad civil, en el cual denuncian el acoso e intimidación que sufre Soledad Jarquín Edgar, al parecer por dar cobertura periodística a la desaparición forzada de la activista Claudia Uruchurtu.
Se señala, a familiares de la expresidenta municipal morenista de Asunción Nochixtlán, Lizbeth Victoria Huerta a quien, en una controvertida decisión judicial, se le dictó una sentencia menor (reclasificación del delito), de cuatro años y dos meses de prisión, por el delito de obstrucción en la búsqueda de Claudia, y no por desaparición forzada como lo había planteado el ministerio público. Solo a dos de los supuestos autores materiales se le dictaron cargos por 40 y 60 años de prisión, pero la autoría intelectual parece no haber sido acreditada.
Dar cobertura a un asunto, donde están en juego la justicia a favor de la víctima, y también la culpabilidad de los principales implicados, es una práctica periodística normal, pues de este modo se satisface el interés y el derecho a la información del público. Pero, además, es un deber profesional cuando se trata de hechos en donde están de por medio derechos fundamentales de un ser humano. Si hay que optar entre ley y justicia, estamos con esta última.
Informar y buscar la verdad sobre la desaparición de Claudia, es labor de muchos periodistas locales, incluyendo Soledad, a quien por su posición vulnerable – ella como madre ha buscado justicia con el propósito de enjuiciar a los autores materiales e intelectuales del asesinato de su hija María del Sol, ocurrido hace cuatro años – se le trata de coartar su derecho a la libre expresión y a ejercer el periodismo con visión de género.
Si se trata de desahogar un coraje o creer que la persona indiciada está siendo maltratada por la prensa y no por estar en el centro de esta lamentable circunstancia, no es con actos de intimidación y “venganza” contra los portadores de información como se va a limpiar su nombre.
No es tampoco una buena estrategia torcer o comprar la justicia, como sospecha la familia Uruchurtu y hasta la presidencia de la República que ha expresado su interés porque no exista impunidad y se llegue a las últimas consecuencias, en un juicio que la parte ofendida llevará a instancias superiores, una vez que se inconformaron por la sentencia. La impunidad no debe vencer. No sería mala idea, por cierto, que Salomón Jara se deslinde de afirmaciones y señalamientos que han realizado familiares de Claudia, injustos por lo que parece, pues más temprano que tarde esto produce sus efectos.
Es un hecho que la mexicana con ciudadanía británica, de 48 años, sigue sin hallarse con vida, pese a la labor de buscadoras solidarias y las indagatorias oficiales; según su defensa, por haber reclamado actos de corrupción de la exalcaldesa de Nochixtlán y demandar castigo. Según expedientes judiciales, alguien tomó revancha y la noche del 26 de marzo de 2021 fue levantada por funcionarios de dicho ayuntamiento, y desde entonces se encuentra desaparecida. El delito se cometió después de la indiferencia con que sus denuncias fueron recibidas por los gobiernos de Alejandro Murat y López Obrador.
La carta abogando por la integridad física y moral de Soledad Jarquín está dirigida al gobernador, al fiscal y al titular de la defensoría de derechos humanos. Ahí se convoca a la familia de Lizbeth Victoria Huerta a buscar las vías adecuadas para hacerse escuchar, debido a que sus expresiones – en contra de la comunicadora y de cualesquiera que cubra estos eventos- constituyen no solo una afrenta a la libertad de expresión, sino una alerta de riesgo para quienes dan seguimiento al caso.
Por fortuna existe una tradición de prensa valiente y ciudadanía organizada que no se va a dejar intimidar, y vamos a seguir apoyando a una profesional del periodismo que cuenta con el respeto de sus compañeras y compañeros del gremio. No estás sola, Soledad.
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Lamento el sensible fallecimiento, este 21 de diciembre, de nuestra querida maestra en Relaciones Internacionales, Doctora Laura del Alizal Arriaga, profesora e investigadora del departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana, plantel Iztapalapa. Hoy, que en Perú se libran batallas diplomáticas donde se hacen valer nuestros principios de política exterior, sus exalumnos siempre estaremos agradecidos por sus enseñanzas en esta materia. Descanse en paz.
Abrazos a nuestros lectores y amigos en esta Navidad 2022.
@ernestoreyes14