En la calle Díaz Ordaz, 712, en Mezcalería CUISH, barrio de La China, volvieron a sonar voces de las y los lectores, que hablaron, entre el aroma de mezcales, de libros y autores.
El sábado 27 se presentó el narrador Israel García Reyes, con su novela Perder el reino, comentada por Argelia Rodríguez y Yahír Alonso Ortiz, acompañados por la editora Nallely Tello, de Pez en el árbol. Colectivo Editorial.
La novela narra la ejecución de Carlos Ometochtli, nieto de Netzahualcóyotl, ante la mirada esquiva de Fray Juan de Zumárraga, protector de los indios. La novela trae como ilustración de portada un grabado de Dionisio Martínez, quien participó en la presentación.
La entrevista es con Israel García Reyes.
– ¿Concibes la novela como un relato de aventuras?
– Hay muchos autores que enfrentan el reto de la novela histórica, pero yo siento que algunos -no todos- se exceden en las referencias, los datos, las fechas. Hacen llana la narración, y eso impide que el lector se quede con ellos. Algunas de estas novelas son soporíferas. Y siento que acá es donde se separa el autor del académico, que tiene todo el conocimiento, pero no siempre lo sabe entregar a los lectores.
En la novela Perder el reino fui riguroso -me llevé cinco años en la investigación- para entregar una novela divertida, que pudiera leerse como una novela de aventuras. La escribí con la intención de que la historia tocara el formato de historieta, no está ilustrada, pero me interesó que su lectura fuera amena.
– ¿El entretenimiento narrado en la novela será un recurso para reconciliarse con el individuo que surgió luego de la Conquista española?
– Yo creo que sí, ojalá esa sea nuestra aspiración como escritores, aportar con la escritura para resarcir el tejido social. Quise en esta novela darle un destino más cercano al lector de nuestro tiempo.
Hay partes donde reproduzco la forma de hablar de los españoles del siglo XVI, tuve que cuidar mucho esas partes para no caer en el uso del castellano antiguo.
– ¿Trabajas la novela como una estructura del lenguaje?
– Cuando yo escribo trato de ver las cosas como cuando las veo en el cine. Los primeros recuerdos que tengo son de las películas del cine mexicano, los grandes planos que hacía Gabriel Figueroa. Y las radionovelas. Cuando escribo trato de imaginar cómo se vería esa solución visual llevada a las letras. En esta novela, al inicio describo la plaza, la catedral, luego soluciono la narración con un close-up al hombre quemado, sus últimos estertores.
– ¿Cómo se encuentra la novela en Oaxaca?
– Hay mucha gente joven que se atreve, la novela es eso, un atrevimiento.
La tarde pasó volando, entre lectoras y lectores y la zona ruda de la ciudad. En el barrio de La China, Mezcalería CUISH, están de vuelta los libros. Se recomendó la novela de Israel García Reyes, Perder el reino.