En este tiempo más que nunca el lector -el pueblo, el conjunto social que contiene la emergencia- requiere palabras bálsamo, consuelo. ¿Desde cuándo, en qué tiempo la palabra humana se hizo compañía solidaria? Somos nosotros y uno con nuestra voz, pero la voz es de naturaleza doble, porque si mantiene su unidad sólo logra ser gemido. Para mí que la palabra bálsamo ocurrió desde el principio de los tiempos, desde cuando aquel hombre, aquella mujer sintieron sobre la piel la luz del día, la roja luz de la tarde y creció en su pecho el deseo de unir su sombra a las palabras de otros. Con la voz acompañada, el lenguaje, nació el deseo de formar pueblos, el sentimiento.
Bien mirado, sentimos para ser otros. Para unirnos a alguien. Y con la palabra y el pueblo nació el poeta, el que mira y registra. El que hace interior pronunciado.
Dice Gabriel Hernández García:
Tu boca/no es para que muerda,/sino para morderla./¡ay! ¡Este maldito vicio de tu boca!/¿Y mi boca?/Mi boca, pobre,/sólo anda extraviada/en busca de tu boca./Me declaro inocente;/yo sólo te he besado/en defensa propia”.
Si toda palabra es acción la palabra significa magia, alimento. El poeta es niño que mira y vuelve a casa a contar lo mirado. El poeta es el que nunca se marcha, nunca olvida. El que permanece sobre el olvido. El poeta, quien lo duda, es el que dirige al pueblo porque en su pecho, sus ojos, carga las imágenes del pueblo. Ser poeta es asumirse político.
Pero pocos, muy pocos poetas asumen esta unidad bifronte de la poesía: tu voz reflejada en el rostro del otro, el que enuncia, quien pronuncia es quien dirige, orienta el mundo necesitado y demanda, cuestionamiento. La poesía es conjuro y demanda.
Dice Gabriel:
¿Por qué será que a ti siempre te ilumina la luna?/¿Por qué la orquídea te añora, floreciendo año con año?/¿Por qué será que hasta las amarillas hojas/te hacen una alfombra?/¿Por qué te imita la luna?/¿Por qué será que hasta los sueños te sueñan?/¿Por qué será que hasta las gotas de lluvia bajan a verte?/¿Por qué tu inmortalidad en la memoria?/¿Por qué?/Hechicera magnética./¡Dime!/¿Por qué?
La palabra ocurre en el orden de la magia porque interroga desde la transparencia, porque compara desde lo inmediato, porque relaciona lo simple.
El lenguaje participa de la magia porque toda apropiación implica abordaje, ser en el otro. La palabra significa acción sobre las cosas, porque las llama, las invoca como los magos. Hay magia en quien nos dirige como pueblo, hay un resultado del uso de la palabra en cada dirigencia que nos acompaña, quizá porque como adultos, como sociedad, nunca hemos dejado de ser niños.
Otros vendrán a decir sobre la verdad y contundencia de la política, sobre los políticos. Amigos, amigas, esta noche me quedo con lo sencillo: la palabra de Gabriel y el pueblo, el espacio de la mirada donde se hace el cariño y el aprecio, el gesto de ayuda.
Texto de presentación del libro Letras fugitivas, leído el martes 18 de enero en la Sala Juárez de la Facultad de Bellas Artes de la UABJO.