El jefe sonríe
mientras firma despidos
con tinta dorada
Cinco-siete-cinco. Las cuatro estaciones del año y tu sorpresa (Sí, habrá que acertar a tu sorpresa en cinco, siete, cinco).
Será necesario convocar a tu capacidad de asombro (tu sonrisa).
Las letras sobre un billete que nos llega desde el siglo XVII.
Tenemos amores cortesanos: cinco, siete, cinco. Hartos enemigos. Lo centenario sobrevive en diecisiete sílabas. Todo el río, las sedas, el monte que anda sobre un montoncito de sílabas. Las estaciones del año. Cinco, siete, cinco, tres líneas de estallido subterráneo. Quedaron fueran los sentimientos y las metáforas, pero algo brinca dentro de la camisa tan ajustada, lo apretado y verde en la quilla de las embarcaciones parte las aguas. Una luz, el surtidor de la luz, de la imagen. La pala de las embarcaciones sostiene el rumbo en el intranquilo mar, cinco, siete, cinco.
El poeta Magnus William-Olson
(Estocolmo, 1960) dice: “La poesía es
más grande que la vida”.
El mototaxi me deja en un extremo del puente Valerio.
Por la tarde, el andador repleto con envolturas de dulces.
Magnus dice: “No tengo acceso al mundo fuera de la poesía”.
La gente teme caminar sobre el puente Valerio,
límite de los mototaxis.
A mediados del siglo pasado estas eran tierras de labranza,
fueron habitadas por hombres
piernas cortas.
Magnus dice que la poesía es otra infancia.
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