Moisés MOLINA*
Concedo razón a aquellos que dijeron que el debate sobre el uso de la toga en el pleno de la Suprema Corte era ocioso.
Independientemente de que enterrar los simbolismos del poder más simbólico y solemne de todos trasciende la forma y va a su esencia misma, hay cosas más trascendentes y hasta urgentes que merecen nuestra atención.
Y ello va en atención a la misión primordial de cualquier Corte en el mundo: defender la Constitución y los derechos humanos.
Entiendo que la parte medular de los grandes debates nacionales parta, como muchas cosas en nuestra cultura pública, del centro.
Quizás por ello ha escapado a la discusión el arribo natural a las decisiones de la Corte (y su efecto natural que es la jurisprudencia) del pluralismo jurídico.
Se volverá a poner de moda el “México Profundo” de Guillermo Bonfil y todo lo relacionado con las epistemologías del sur de Boaventura de Sousa.
El pluralismo jurídico parte de la idea de que en México no tenemos un solo sistema jurídico, sino varios.
Junto a nuestro sistema “positivo” de una Constitución, leyes y precedentes escritos, existen cientos de sistemas normativos en pueblos y comunidades donde la costumbre es ley.
Se trata de un auténtico entrenado de derecho consuetudinario con sus dos elementos: inveterata consuetudo et opinio iuris seu necessitasis.
El pluralismo jurídico es algo que se vive preponderantemente en los estados del sur, y en ningún otro como en Oaxaca donde 418 de sus 570 municipios se rigen por lo que antes se llamaban usos y costumbres.
Hugo Aguilar es oaxaqueño y es pluralista jurídico.
Su participación y activismo fueron notorios en la reglamentación de la última gran reforma constitucional en materia de pueblos y comunidades indígenas.
Es difícil que alguien que entiende la teoría y la práctica del pluralismo jurídico, y que ha sido su militante, no lo defienda desde su posición en la corte.
Que habrá resistencias para mantener el derecho constitucional a la autonomía de pueblos y comunidades indígenas en el aro del derecho positivo, sin duda.
Pero se esperan, al menos, batallas argumentativas que pretendan entregar (desde las decisiones de la Corte) mayor autonomía a los pueblos originarios.
Está por comenzar -entonces- el debate de si somos un solo México o al menos dos: el profundo y el superficial.
*Magistrado Presidente de la Sala Constitucional y Cuarta Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca.