¡Te lo dije, Pánfilo!
Pero no me “hicistes” caso. Siempre te recomendé que no vinieras borracho al mar, pinche necio; pero te importó lo que un pedo de gallina al coyote, cabrón. Mírate ora ahí, bien “hogado”, pareces sapo jardinero de tan hinchado y timbón; hijo de puta, nieto de verga. Mira pues y ora, según tú, ¿quién me va a caldear? Si yo no me dejo con ninguno, culero. Si te he sido fiel y te seguiré siendo fiel, a pesar de tu borrachera y de tus desmanes. Mírate pues ahí… pensarás que muy chulo te ves, haciéndome pasar esta vergüenza. ¿Quién da un quinto por una viuda, dímelo a ver? Nadie, Pánfilo, soberano inútil. Te perdono toda una vida de abandono, Pánfilo, pero esto si no; es más de lo que yo me esperaba; chingada madre, ay, mírate ahí muerto y “hogado”, para acabarla de fregar. Ingrato zopenco, y ahora ¿Quién me va a cuidar? Si no fuiste capaz ni de hacerme parir; dime, estoy sola Pánfilo, si a ti te mató el mar, a mí me va a cargar está maldita angustia, por dios. No, no es posible, hasta dónde “fuistes” a llegar, pues ¡hasta dónde! Como te digo, da por perdonado todos esos años de abandono, Pánfilo; pero esto si me cuesta trabajo, verdad de quién, pinche embiliamiento me va a reventar el alma, verdad de quién. Siento un ñudo en la garganta, como esa nube de tormenta que tú ya no alcanzas a ver, ahí enfrente, por el rumbo de no se sabe. Dios mío, Dios mío, finalmente tendré que resignarme, Pánfilo, tengo que perdonarte, no vaya a ser que ahora, como muerto, se te ocurra venir a estar fregándome la vida. Que ya eres un alma juzgada por Dios, dice la gente. Entonces, me muerdo los huevos que no tengo, para decirte que estás perdonado. Que diosito te reciba en su sacrosanto reino, ya que más da, hasta para eso “agarrastes” maña, para salirte con la tuya, como siempre, al final de todo. ¿Pero sabes qué? Lo de la “hogada” ta´ bien, pa que “aprendes”, Pánfilo. ¡Te lo dije! ¿Qué no? Con el mar no se juega; el mar no se “ande” con mamadas.