SAN ANTONIO DE LA CAL, Oax. (sucedióenoaxaca.com).- A Fuser lo conocí hará siete años. Llegó a la Biblioteca Profesor Ventura, en San Martín Mexicapam, para apoyar con sus buenas artes en atraer a jóvenes de los alrededores para elaborar algunos murales de promoción de la lectura.
Con un gran ascendente entre la chaviza, Fuser ha sido pieza clave por más de veinte años en programas de prevención del delito y recuperación del espacio público mediante el arte urbano.
Para él, los muros son pizarrones al aire libre donde la sociedad puede reeducarse a sí misma en su búsqueda de erradicar la violencia, motivar el empoderamiento de las mujeres, respetar la naturaleza y construir una ciudadanía informada y organizada. ¿Una utopía? Tal vez.
Su espíritu soñador, contestatario, revolucionario, y hasta emancipador en algunos momentos, ha de ser porque nació en la Sierra Mazateca, en la tierra de Ricardo Flores Magón, que lo mismo le puso las altas a Porfirio Díaz que a Francisco I. Madero.
También tiene que ver su formación: la influencia de su madre, sus lecturas, su experiencia de trabajo social con diversos gobiernos y su conocimiento de realidades parecidas con las de México, las de Oaxaca, en países como Colombia y Brasil.
A Fuser no le falta barrio, le sobra. Y lo utiliza para provocar entre adolescentes y jóvenes el interés por el arte urbano, el skate, el rap, el free style, el brake dance, la bmx y otras expresiones al aire libre que alejan a las adicciones.
El arte urbano: popular y educador
Visitamos a Fuser en las canchas de I Play Padel en San Antonio de la Cal, a 20 minutos del centro histórico de la capital oaxaqueña, para conocer el mural de 100 metros que está punto de concluir.
Han sido casi seis meses de trabajo, relata, mientras describe algunas imágenes que forman una línea del tiempo que habla del Oaxaca pasado, presente y, tal vez, futuro, representados por la catrina, las abuelas, las calendas, la aves, los peces, las plantas, el jaguar, la lotería que es el juego de la vida; sus artistas, el ajolote y un corazón que late al ritmo de una pelota y raqueta propias del padel, un deporte primo del tenis.
El muralismo es un arte popular por excelencia, dice Fuser. “Todo lo que hacemos los mexicanos en muralismo es lo que nos identifica”. Grandes muralistas como Rufino Tamayo y Diego Rivera nos lo demuestran. Y qué decir de Guadalupe Posada quien puso a la Catrina como un icono de México en todo el mundo.
Pero los tiempos cambian. Así que hoy en día el muralismo tiene una función social importantísima para expresar no solo sueños, sino también frustraciones y aspiraciones de una comunidad que enfrenta una ápoca marcada por la violencia, las drogas, la corrupción y el deterioro ambiental, entre otros lastres.
Y para recrear todo eso, y también los sueños y las ilusiones, existe una nueva generación dispuesta a tomar la estafeta, sostiene el creador y activista mientras se ajusta su infaltable gorra.
¡A darle banda, tienen que ser mejores que nosotros!
Es en este punto donde Fuser convoca a las y los artistas urbanos emergentes a tomar las calles, las bardas, y todo espacio disponible, legalmente disponible, para realizar el arte social del muralismo.
“Demos la oportunidad a las niñas, niños, jóvenes, mujeres de sumarse al arte urbano. Antes esto era clandestino, pero ahora ya existen programas de gobierno, presupuesto, incluso existen empresarios abriendo espacios y respaldo económico para hacer arte social”, expresa.
Y, pide, si alguien del gobierno lo escucha, que las instituciones gubernamentales competentes reconozcan la labor de los pioneros, artistas como Bouler, Acme, Aury, Kobe, Vil, 182 y Nerack, entre otros, que llevaron a la cúspide el arte urbano de Oaxaca, hoy reconocido en todo el mundo.