Como si te dejaran en medio de un pleito grande, pura sed y polvareda.
De los tantos sitios donde estuve, logré detenerme a observar el crecimiento de la sal en el pecho de las estatuas, la costra verde; por esa costra supe que existían tantos y tantos muertos entre nosotros.
Con las preguntas encuentro una forma que me protege del mal tiempo.
¿En qué hora, a qué distancia de la madrugada se arrastra la luna por la playa del arroyo?, ¿por qué el olvido engendra tanto silencio?
– Para sufrir hambres se viaja, pero nadie te informa sobre esto.
El párrafo pregunta sobre los tonos verbales y responde el acróbata sobre el cable, con sombrero de copa y en calzones térmicos unido a la pértiga con la que realiza su balanceo.
– Pídele a San Antonio, mijito.
La pregunta que implica la ecuación se refiere al espacio, como en los tiempos del abuelo Juan, de papá José, de la tía Natalia y Josefa.
El espacio. ¿Cómo trasladar los cimientos de la casa que levantaron los ingleses junto al mar allá en las Galeras del Ferrocarril?
Mover, desmontar la casa y trasladarla a otro sitio será algo que nunca aprenderemos.
– Bendito –dijo la abuela.
– Mira nomás.
– Mijito.
– No llegan con el mandado –soltó Evelio.
– Se largaron con el mandado – apuró Plutarco.
– Pinches culeros, se fueron lisos.
Puedo recordar, pero nada digo. Desde la amplia ventana del Tasting de la Mezcalería CUISH se observa la calle Tacuba, en el centro -no muy lejos la cúpula de Bellas Artes nos observa; siento extravío, pero nada digo.
El aire frío se detiene en el semáforo de Eje Central, y regresa a besar las heladas mejillas de Carlo IV (el Caballito de Manuel Tolsá) frente al Palacio de Minería.
¿Qué hago en la ciudad de los demonios?
Soy un demonio más, en el gabán porto la pachita de mezcal -dos mezcales son más que uno, tres serán mejor que mejor: madre chuish tumbado del maestro Zósimo, arroqueño de la maestra Adriana, mexicano del maestro Francisco.
Los mezcales artesanales pesan, lo sé de cierto, hacen la diferencia con los mezcales industriales que abundan en tiendas, restaurantes y bares.
Nunca como en la ciudad se unieron tanto y también regiones opuestas de la orografía de Oaxaca: Miahuatlán y Yautepec -tanta distancia, diferendos y pendencias para que juntos terminen por dar amparo al que anda y vaga, extraviado por el aire -pura polución- que anega el cielo de la antigua “Ciudad de los Palacios”.
__ ¿Una o qué?
__Ni menos de tres ni más de cinco, la medida, como dice Doña Tina.