Esta es la portadilla del libro de un poeta llamado Darío Galicia, La ciencia de la tristeza. Hay manchas de café sobre la superficie protegida por un plástico, dos gotas caídas que forman -semejan- los bordes irregulares de una nación desconocida, el territorio por descubrir. Arriba, escritas solo en mayúsculas, con tono rosa, las letras RÍO ICIA A NCIA E A TEZA descienden sobre el fondo gris rata, destacan las estrellas blancas, dos, de dimensiones desiguales, de seis picos que caen al extremo de la derecha.
¿Qué nos dice la portadilla? ¿A qué nos invitan las letras de un lenguaje intraducible?
En la escuela nos enseñan a describir las formas que registramos con la mirada, nos invitan a ocupar la imagen como documento que avala la verdad.
La imagen se lee en occidente de arriba hacia abajo, de izquierda a derecha. Tal como lo hacemos con las letras impresas en las páginas, las hojas de la libreta.
Las palabras escritas.
El cerebro humano no distingue entre un paisaje abstracto y una imagen fiel, que imita las formas de la naturaleza. De hecho, este es el principio de la pintura, la mimesis.
Desde los tiempos de Platón, Aristóteles, circula esta versión de la imagen como imitación.
Los humanos imitamos las formas de la naturaleza, por eso en la antigua Grecia calificaron como “vulgares” a pintores y arquitectos.
Pero los maestros nunca nos enseñan a describir con palabras propias -en la mayoría de los casos nos enseñan a repetir las palabras dichas desde hace 500 años.
En esta noche de lluvia llega el reto, describir la portadilla de un libro de poemas a la manera de un cuadro, una pintura. Este es la parte interesante, para acercarnos a la poesía debemos interrelacionar distintas disciplinas del arte.
En lo yuxtapuesto está el lenguaje escrito y el lenguaje de lo sensible que ocupa aquellas palabras que nunca se dicen, que jamás relacionamos.
Al leer el sentido se encuentra al leer la palabra siguiente, la que aguarda en lo contiguo, la palabra vecina.
Y en nuestro objeto de estudio aparece el tono rosa sobre letras que no dicen nada.
En las letras del libro de Galicia nunca vemos la palabra poesía.
¿La poesía se aparta de los significados?
Busca sonidos, acentos sobre vocales fuertes y débiles, repeticiones o series, ciclos, frecuencias, armonías.
¿Los maestros nos enseñan sobre la cesura?
Somos hijos de la escuela pública, que sienta las bases para incrementar la capacidad de asombro del individuo.
El saber viene de lo no dicho, de lo entrevisto.
No esperemos que el mundo se nos entrega como las instrucciones de uso de una emulsión, Agítese el contenido antes de usarlo. Las posibilidades de unir, relacionar, oponer, formar puentes, túneles, veredas o pasajes ocultos está en nosotros.
En nosotros está la forma personal del “ver”.
¿Cómo se mira un cuadro?
Con las palabras que guardamos de nuestro pasado, con las imágenes guardadas desde la infancia combinadas con ciertas voces, sonidos, tonos, temperaturas.
Atmósferas.
La imagen, como los aromas, las texturas, las condiciones de densidad que cubren nuestras papilas gustativas, pasan por la totalidad de nuestros sentidos, sus registros.
La imagen, los colores, forman recuerdos, memoria.
¿De dónde vienen?
Vienen de la imagen cotidiana, el rostro de la madre, el aroma de nuestra casa de la infancia al amanecer; del tono de las voces que escuchamos desde el mundo prenatal.
Tenemos grabado en lo más hondo de nuestra persona los colores de la tarde bermeja, el instante en que la luz cambia y entra la oscuridad, la noche.
El registro de tonos, colores, lleva el uso horario de las funciones de nuestros órganos. Hay colores que nos invitan a comer, dormir, reposar o a ponernos activos.
¿Quién nos enseña a mirar el alba?
Los poetas.
En este sentido la pintura, toda manifestación gráfica, está antecedida de la poesía.
La poesía es lo que está por llegar -lo esperado que mantiene su registro en lo advertido, lo presentido.
Forma una suerte de la clarividencia.
Por eso la poesía está en la formación de las primeras comunidades humanas.
Marca ciclos, uniones, repeticiones de tiempo y sonidos.
¿Cómo cuando cantan las chicharras?
Sí. Ese registro tiene que ver con el ciclo agrícola, con ciertas funciones por hacer delante de la tierra y las plantas, los ciclos lunares.
¿Quién nos dice del canto de la tortolita?
No lo sé, debería ser materia de la escuela primaria la enseñanza del canto de las aves.
El gallo canta, pero ignoramos su canto de advertencia.
¿Con qué se mira una pintura?
Con la piel cargada de ojos y memoria, sonidos, transpiraciones -la transpiración tomada acá como expresión de la memoria celular que antecede a nuestros actos, aquello que conocemos como razón.
¿Quién nos enseña a describir nuestras emociones?
Nadie.
El cerebro humano puede hablar de sus miedos, describirlos, escribirlos -pintarlos resultará obligación para nuestra especie.
Mirar es una condición humana -así como el acto de dotar de palabras a lo mirado.
A por ellas.
Ya descrita la portadilla, ya vuelta descripción, palabra escrita de la imagen, el objeto llamado libro reposa en el escritorio. Es la noche, relumbra, existe desde el silencio, forma el arco dramático, la expectativa -el relato que vendrá.