Este 2 de junio mi voto será por Xóchitl.
Ahora, desarrollaré la idea desde la construcción del relato.
Más que una preferencia política, la afirmación arriba escrita tiene una historia, el relato que implica a la credencial federal de elector.
Sobra decirlo, soy incivil.
La historia de los años me llevó a trabajar con los políticos, en los años de la juventud me parecía que formaban un grupo sólido, donde la vida palpitaba en intenso.
Los vi como personajes de una novela.
Fui amigo de políticos como soy amigo de delincuentes, multi homicidas y de curas.
Ser escritor requiere un grupo amplio de referencias.
Me gusta relacionarme con gente que me puede proporcionar un relato, una expresión humana intensa.
Fuera de la vida profesional soy simple, tengo una gatita y paso la tarde junto a la ventana, con lecturas.
Puestas las cosas de esta forma, desde niño detesto a los grupos de la doctrina, los exalumnos, los paisanos.
La comunidad cultural-pintores y escritores- me provoca sueño.
Tardo en encontrar armonía entre los grupos.
Entiendo que esa es una de las muchas limitaciones mías
Entre libros y trabajo vi pasar elecciones.
Como reconocido incivil que soy, adoro ser opositor.
En esta exposición intento sostener la argumentación: Votaré por Xóchitl.
La credencial de elector la conservo virgen.
La elección es voluntad del gobierno, no de los ciudadanos.
Y el resultado electoral va con los intereses de quien gobierna, a veces gana su partido, a veces pierde su partido.
A veces el corrompe y él se deja corromper.
Gana su cuenta bancaria.
Las elecciones son un interés.
Hace días al revisar unos documentos, buscaba el apunte donde tenía las líneas primeras de un poema, me topé con mi credencial de elector.
Estaba en la cartera.
Triste, la credencial.
Me quedé con el rostro del señor que venía en la foto.
Me pareció conocido mío, casi un amigo.
Caí en la cuenta de que nunca en mi vida he sufragado.
La verdad, sentía algo de orgullo.
En ese momento me dije:
Perteneces a la mayoría, el partido abstencionista.
Pasó.
Con los días volvió a salir el tema de las elecciones.
No voy con esas cosas, dije.
En la semana tuve un padecimiento en mis ojos, fui a consulta.
– Pudo usted perder la vista -dijo el doctor.
De regreso a casa elaboré una lista con las cosas dejadas pendientes, por desidia, por ignorancia, por maldad.
Volvió a salir el tema de la credencial.
No sé el procedimiento para depositar mi voto, dije.
Este año, en agosto, cumpliré los 60.
Si me decido a votar hasta las próximas elecciones presidenciales, tendré 66.
Quizá no llegue.
Y quedará la credencial de elector, como muchos objetos relacionados con mi persona, sin uso.
Pensé en escribir el relato de mi credencial, la mica que hace la síntesis de mi vida (cuenta con mi dirección, mi foto, mi lugar de nacimiento, mi nombre).
La información requerida para armar el texto en una lápida.
Entonces me decidí a salir a votar este año, por Xóchitl.
Los zurdos me generan urticaria.