ANTONIO PACHECO ZÁRATE*
Apuntes de lecturas
“Ay, Renato, ¿eso te pasó?”, le decían al autor. Los estragos de una borrachera con mezcal siempre dejan anécdotas dignas de ser contadas.
La primera vez que lo bebí fue en Puerto Escondido, en un viaje con amigos que en su mayoría tampoco se habían emborrachado con mezcal. Uno de ellos llevó una ánfora llena. Lo servíamos en vasos desechables, lo mezclábamos con jugo de naranja y lo bebíamos como si fueran margaritas. Luego vino el apocalipsis.
Durante la lectura de Marracitos, surgen flashbacks y el continuo deseo de comentarlos agregando aquello de “fíjate que a mí también en una ocasión…”
Renato Galicia Miguel dice que no le gusta escribir ficción. Y es una lástima. Pudo darse vuelo con ella. Total, ya lo dijo Thalía en María la del barrio: “La vida no es la que uno vivió, sino la que recuerda y cómo la recuerda para contarla” —aclaraciones y sugerencias, al correo de la redacción—. En todo caso, lo menciono para que no se diga que estos apuntes son a modo para agradar al autor.
Además, Marracitos / Golpes de mezcal, el primer libro de Renato y de Burrito Ediciones, no necesita piropos. Salta a la vista la manufactura del periodista con años en el oficio. Cuenta con la edición de Jorge Luis Gonzáles —Burrito Librería— y Caro Ocampo —Oaxaca tras bambalinas—, quien por coincidencia o por destino aparece siempre cerca de estos proyectos que muestran el rostro poco visible de Oaxaca. La portada dicen que está hecha con serigrafía, que tiene costura francesa, y creo que chapa de oro en el maguey, pero aunque de eso no sé nada, por fuera y por dentro es un librazo.
Hay líneas harto personales, justo ahí donde el protagonista aparece hasta el full: “Cirrosis, aquí me voy a morir. A mediodía y en este pueblo, aquí me voy a morir”. Otras que consiguen despertar el lado chingativo del lector, como: “… esa banda chilanga clasemediera interesada en la cultura del pueblo que preguntaba por todo con esa su muy políticamente correcta humildad, inversamente proporcional a la soberbia y pedantería con la que hoy se comportan muchos que han asistido a cuanto palenque de cuanta población mezcalera oaxaqueña…”. Y agrega en otra parte: “En el centro histórico de la ciudad de Oaxaca y los circuitos culturales de la CDMX y otras ciudades del país, levantas una botella y encuentras un experto en mezcal”. Sí, es notable a cada página la continua, y característica, obsesión del autor por hacerse de nuevos amigos.
Marracitos también nos muestra, con las pencas en la mano, lo que ignorábamos sobre el mezcal y la industria que ahora lo recubre, nos siembra la duda, muestra los hilos del truco y confirma que todos, en todas partes, mentimos.
“Ladys and gentlelmans, el show ha comenzado”, dice Galicia Miguel en relación a la parafernalia alrededor del mezcal. Welcome, agregaría yo, Oaxaca is beautiful, échense un mezcalito y disfruten de la lectura de Marracitos, que si bien no está escrito con técnicas ancestrales, no raspa ni da cruda.
Antonio Pacheco Zárate es integrante del Colectivo Cuenteros. Autor de la antología de cuentos “Sol de agosto” y de la novela “Centraleros”.