Whitman dijo: “junto a la cama tengo una mesita con un libro”. Me quedo con esta imagen, que resulta, entre muchas, la más efectiva para promover el hábito de la lectura. Una equivocación será ubicar el “pensar” con la capacidad especial para desarrollar un “trabajo”; una equivocación, dar sentido “pensar” con “leer.”
¿Quién será el que diga que realiza un gran esfuerzo para comprender los libros? Las letras te conducen a la alegría del descanso.
“Hizo figurar en él la tierra, el cielo y el mar, el infatigable sol y la luna llena, así como todos los astros que coronan el firmamento: las pléyades, los Híades y el poderío de Orión, y la Osa, que también denominan con el nombre de Carro, que gira ahí mismo y acecha a Orión (…). Realizó también dos ciudades de míseras gentes, bellas. En una había bodas y convites, y novias a las que a la luz de las antorchas conducían por la ciudad desde cámaras nupciales,” Homero, Ilíada, fragmento de la écfrasis del Canto XIII.
Homero instauró la forma gramatical denominada écfrasis, “una representación verbal de una representación visual”, se toma como base el Canto XVIII.
Cuando no marcha bien la vida, cuando me atoro en la solución de mi carácter y los asuntos cotidianos me preguntó qué fue lo que me llevó a esa situación; encuentro que fue la lectura la que me lleva a estructurar respuestas, pensamiento donde fundo soluciones, respuestas: y entonces hago pausa, regreso al origen del problema, la lectura.
“La dificultad no nace de una voluntad puramente artística sino de una necesidad de representar una realidad compleja. En el mundo moderno sabemos que hay una dimensión de nuestra personalidad que no controlamos, pero que está ahí y que guía de algún modo nuestra conducta: hay una interioridad fascinante”. Mario Vargas Llosa, Conversación en Princeton.
De alguna manera el hecho de leer me convierte en un humano que utiliza zonas del cerebro que, por lo común, no son usadas. La escritura es un tejido que relaciona el todo; para que se concrete, se activan miles de neuro receptores y neuro-transmisores, la maravilla reluciente de las dendritas.
“Llegamos por la mañana a la ciudad y sólo vimos mujeres en las calles. Erguidas, los hombros echados hacia atrás, la cabeza en alto y la mirada franca, todas caminaban en la misma dirección. La larga falda ondeante, la corpulencia y alguna carga sobre la cabeza acentuaban la majestuosidad de su quehacer cotidiano: junto con ellas arribamos al mercado en el centro de la ciudad”. Margarita Dalton Palomo, Juchitán, la ciudad de las mujeres.
La práctica de la lectura abre o cierra nuestra memoria, el espacio de aquello que ya hicimos o vimos en alguna parte, que escuchamos, que alguien en un tiempo nos contó; los objetos que dan paso al sueño, como el interruptor de la luz, la almohada de la cama, las cobijas que nos cubren o la mesita resultan excelentes promotores del libro y la lectura, activadores de nuestras neuronas que relacionamos con nuestro descanso.