Fotografía: CARMEN LETICIA PACHECO
¿Y ahora?
Después de la victoria política, mediática y de exhibición de fuerza, el movimiento femenino-feminista y sus aliados masculinos debe dar el siguiente paso: como el Estado y los gobiernos no quieren, entonces lo que debe venir en el corto plazo se resume en una palabra: organización.
A pesar de que los problemas de seguridad no son de exclusividad de género sino del desbordamiento de las bandas criminales sobre un Estado agobiado, cada sector debe construir sus propios muros de defensa. En este sentido, la agenda femenina-feminista podría explorar acciones concretas que se conviertan en presiones de la sociedad civil sobre las funciones descalabradas del Estado en seguridad:
1.- Realización de varios diagnósticos de la situación de la mujer en tres temas sensibles: seguridad, empleo y violencia en el hogar. Estos estudios deben de ser realizados por los propios colectivos de mujeres.
2.- Estudios y análisis sobre la cuestión del machismo en México, sus comportamientos, sus reglas y sobre todo sus complicidades.
3.- La multiplicación mayor de colectivos femeninos-feministas con capacidad de movilización ante el aumento de la violencia contra las mujeres. Es decir, no dejar pasar ninguna agresión más.
4.- La creación de organizaciones no gubernamentales de carácter jurídico para acompañar a las mujeres agredidas que no denuncian, para mantener vigilancia pública sobre los machistas ministerios públicos y agentes de investigación judicial y para ir denunciando sobre la marcha la complicidad de organismos de seguridad y justicia del Estado con los agresores masculinos. Estas ONGs podrían buscar apoyo económico externo, de tal manera que puedan crear un sólido y amplio cuerpo de abogadas penalistas que presionen a las autoridades. Asimismo, estos organismos podrían asistir a las mujeres agredidas en la denuncia ante ministerios públicos y evitar ahí mayores segregaciones y humillaciones.
5.- La elaboración de múltiples estudios de investigación sobre la cuestión de la mujer en México con enfoques multidisciplinarios. No existe, por ejemplo, ningún estudio independiente sobre el papel y valor de la mujer en la producción.
6.- La elaboración de un estudio histórico sobre la violencia contra las mujeres desde el caso conocido como las muertas de Juárez estallado en enero de 1993. Las mujeres debieran ser las más interesadas en saber por qué las están matando, porque la estructura masculina del aparato de seguridad y justicia las asume como víctimas escondiendo la condición de género.
7.- La elaboración de programas de apoyo educativo que privilegien la perspectiva de género y presenten desde las aulas el machismo como un fenómeno negativo que humilla a las mujeres. La abrumadora mayoría de maestros es mujer, pero los programas de estudios no incluyen los vicios del machismo. La escuela y no la política debiera enfatizar la equidad de género.
8.- Aunque pudiera parecer segregacionista, en la realidad hay que percibir a los partidos y organizaciones políticas como machistas o dominados por los hombres. De ahí la importancia de pasar, como etapa intermedia, por partidos y organizaciones políticas de mayoría femenina.
9.- Al final de cuentas, la construcción de opciones de gobierno, de desarrollo y de madurez democrática pasa por la superación de la discriminación de la mujer por conductas naturales de machismo. Sin ninguna excepción, partidos y organizaciones políticas están dominados por el espíritu de la exclusión de género.
10.- Y, entre muchas otras, la creación de una dirigencia de colectivos femeninos-feministas que elabore una agenda de propuestas de la mujer para cristalizar en la realidad la equidad de genero, comenzando con un grupo especial que se dedique a presionar a las autoridades para poner en práctica todos los mecanismos de defensa incluidos en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia que está bajo la responsabilidad de la secretaria de Gobernación, pero que no existe para la titular –para sorpresa de todos: una mujer– de esa dependencia. La no aplicación de esa Ley es corresponsable del aumento de la violencia contra las mujeres.
Lo peor que le puede ocurrir a las mujeres es que haya triunfado la sordera oficial y todo regrese a la normalidad anormal de la situación existente antes de las protestas y paro de cientos de miles de mujeres en toda la república. Se debe evitar el error del 68: luego de Tlatelolco, los estudiantes levantaron la huelga, regresaron a clases y fijaron el simbolismo de la derrota.
Si el Estado no quiere, entonces las mujeres con el apoyo de los hombres deberán construir sus opciones operativas.
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Política para dummies: La política es el camino más corto para la construcción de opciones, sobre todo después de la protesta.
@carlosramirezh