FORTINO TORRENTERA
OAXACA, Oax. (sucedióenoaxaca.com).- “Soy heredera de la cultura zapoteca, tengo el conocimiento de su esencia para que se multiplique, se pueda difundir y compartir, aprovechémoslo para que no se pierda esa esencia poderosa que resistió la conquista y se mantiene viva”.
Así presentó su libro “Herbolaria Oaxaqueña para la Salud” la chamana de la Sierra, Ángela Méndez Hernández, quien la noche del viernes viajó al lugar de los grandes para curarlos, para “darles su chinguita”, como acostumbraba referirse a su actividad de prodigar masajes al prójimo.
La herbolaria oaxaqueña está de luto por la pérdida de una mujer indígena que compartió el milenario conocimiento de las plantas y la salud natural, pero su viaje enciende una luz en el laberinto de la modernidad, en medio de esta vorágine imperialista que ha tratado de sepultar la herencia del México antiguo tan vigente en nuestros pueblos.
Podemos afirmar que como María Sabina, Ángela formó parte de una larga tradición de sabias indígenas que defendieron hasta su último suspiro el poder curativo de la naturaleza y el conocimiento ancestral de nuestros antepasados, legado que en la actualidad esconde el poder a costa de millones de vidas.
Su existencia en la vida se testimonió con el amor que nos dio al llamarnos a los mortales “Tiernícolas” y que acompañó de sapientísimas consejas, de buen humor, de crítica y de palparnos para advertir de nuestros padecimientos, pero siempre recetándonos plantas y cariño.
Para la visión occidental globalizada, Ángela fue una trásfuga; para la cultura mexicana es una gran pérdida, no sólo de la amiga “rústica” como se autodefinía, sino de una maestra de la herbolaria que sembró semillas al compartir sus conocimientos con una nueva generación de mujeres que curan.
Fue la sanadora de curanderas. Las manos de Ángela eran pedidas por sabias indígenas que conocen del poder de las hierbas; tres días antes de morir una sanadora sudafricana fue curada por la que el medio de la medicina tradicional llamaba “La bruja oaxaqueña”.
Su libro es prueba fehaciente e irrefutable de sus conocimientos que hasta el último día de su vida luchó por compartir. A lo largo de muchos años buscó diseminar sus conocimientos; organizó a grupos de curanderas tradicionales, impartió cursos dentro y fuera del país, unió a los poseedores de la otra ciencia para reivindicar nuestra identidad indígena.
“Herbolaria Oaxaqueña para la Salud”, es sin duda el primer y único libro-recetario que una chamana de este nivel ha escrito en el país; hoy se convierte en un documento indispensable para entender el conocimiento antiguo de la relación hombre-naturaleza.
Quienes la amamos sabemos que viajó con su caja de cartón llena de hierbas a curar muchos males allá donde están los grandes, Se fue físicamente, pero con su partida, potencializó su luz en sus sucesoras, en su familia, en sus amigos y esperamos que abra el horizonte de su compañero de vida, Carlos Rodríguez. Te veremos pronto “Tiernícola”.
2 comentarios
No murio..solo trascendio…gracias mi maestra humilde
Mi querida Ángela, hoy se de tú partida, se que en otros mundos seguirás con tus grandes enseñanzas., Siempre mi eterno reconocimiento a la cultura que difundiste y te asia sentir muy orgullosa de ella.