ANEL FLORES* | Fotografía: MAXIMINO GARCÍA | Portada: LA SALLE OAXACA
¿Cómo hacer un huipil? es el nombre de la reciente exposición de la juchiteca Mayra Cernas en Casa Guietiqui en Santo Domingo Tehuantepec
SANTO DOMINGO TEHUANTEPEC, Oax. (sucedioenoaxaca.com).- Para Mayra Cernas, el huipil istmeño es una prenda cargada de historias de colonialismo, racismo, despojo y estereotipos. En un contexto donde, con frecuencia, esta prenda es usada de maneras muy versátiles, descontextualizadas y vacías de simbolismos por personas ajenas a las comunidades donde se producen, Cernas nos cuenta, desde una mirada crítica y profunda, en qué consiste investigar, materializar y discutir con la historia visual de la representación de las mujeres istmeñas.
Historiadora del arte y de oficio modista, durante la pandemia, Mayra se ganó una beca para jóvenes creadoras a través del Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales en la categoría Tradiciones populares, lo cual le permitió regresar a su taller de costura en Juchitán para interpretar y materializar imágenes antiguas de ilustradores, fotógrafos, arqueólogos, antropólogos sobre la indumentaria istmeña femenina, haciendo un recorrido histórico que comienza en el siglo XVIII.
—Hice una lectura de figurín, las interpreté para hacerlas en objeto 3D de acuerdo a los colores, a las texturas. Sé que nunca van a ser igual, pero trato de hacer acercamientos y hacer un diálogo con la imagen, por ejemplo, si este artista puso más de su cosecha. Para estudiar la indumentaria no se puede tomar así tal cual la imagen y no discutirla. Trato de hacer esa discusión, pero desde lo material, acercarme lo más posible a ellas y partir de ahí— resume Mayra.
La representación de las mujeres istmeñas y la invisibilización de los problemas
-¿Qué discusiones surgen con las imágenes?
−Algo que discuto mucho en este proceso de investigar es cómo se nos representa a las mujeres y no caer en el mismo lugar desde el que siempre hemos sido vistas, como esta idea de un matriarcado o que aquí las mujeres son poderosas porque van a fiestas y toman, que a todas les gusta usar trajes y joyas. O sea, todos esos imaginarios que se van construyendo porque viene alguien de afuera y las legitima. Para mí esto no deja ver los problemas reales que tienen las mujeres en el Istmo. Nadie habla del alto grado de alcoholismo, de la violencia, de los feminicidios. No se habla de la gente que se va y no quiere volver. Hay quienes dicen “amo el Istmo”, pero solo cuando hay fiestas.
El traje de gala y el clasismo de las velas
—Se cree que todas tenemos guardados los trajes de lujo y joyas. El traje de gala es una moda reciente en algunas comunidades. En el pueblo de mi madre, Santo Domingo Ingenio, hace menos de diez años comenzaron a usarse. Mi abuela nunca usó un traje bordado a mano con olán, lo máximo que llegó a usar fue un huipil de cadenilla, una falda circular y normalmente su atuendo era una enagua sencilla de cuchillas, como le dicen, y un huipil de listón.
-Ir a las velas resulta muy costoso y en lugares como Tehuantepec hay cierta rigidez para poder entrar a una. ¿Qué observas de esto?
—Hay fiestas de pueblo donde no te quieren dejar entrar porque no vas como según ellos debes de ir vestido de etiqueta y es donde digo: ¿cómo no puedo ir yo a mi propia fiesta? Si tú dices “en mi vela, solo pueden entrar los que cumplen este requisito”, estás siendo clasista, porque sabes que no todos van a ir, estás cobrando una cuota, estás pidiendo un traje carísimo. De cierta manera estás exiliando a la gente de tu pueblo, aunque digas que lo haces en nombre de tu pueblo. Hay ahí una gran contradicción.
La influencia del colonialismo y el catolicismo
-¿Por qué el huipil es importante en la historia de la identidad femenina de las mujeres istmeñas?
—Como mujer te puedo decir que a mí me gusta mucho la historia de las mujeres en general, pero no todas las historias son como la historia de los hombres donde se ven grandes héroes, genios… son de otra forma, pero no menos importantes. En el caso de las mujeres en el istmo, el colonialismo y el catolicismo hicieron que las mujeres en el istmo comenzarán a cubrirse los cuerpos. Ahorita existe un orgullo por los trajes, pero también podemos preguntarnos cómo éramos nosotras antes del catolicismo, cómo es que las mujeres sí podían andar con el pecho desnudo, o quizás con un huipil muy corto, un enredo o sin ropa interior. Así se vestía la gente de acá y también era práctico por el calor. El pudor y la vergüenza del racismo hicieron que se cubrieran los cuerpos femeninos.
Hacer estas reflexiones, expresa Mayra, no significa que muchas mujeres no están contentas de usar los trajes, pero conocer la historia otorga consciencia de lo que se usa, porque el traje de terciopelo como se conoce ahora tiene apenas 100 años.
La industrialización y la mirada del salvador o salvadora blanca
-Existe una creciente tendencia a la producción de “falsos huipiles” bordados en máquinas industriales. ¿Qué opinas al respecto?
—Hace poco tuve de hecho una charla con una chica que no era de acá y decía que vino a Juchitán y que encontró muchas blusas hechas a máquina imitando la cadenilla con máquinas bordadoras y que le dio mucha tristeza, porque estos negocios están quitándoles el trabajo a las artesanas. Siento que a veces eso es un discurso muy peligroso porque es de “salvador blanco”, porque pareciera que la gente del pueblo no puede analizar por sí misma.
Mayra explica que existe una preocupación porque no se consiguen tan fácilmente, como antes, los huipiles bordados o de cadenilla con máquina tradicional en el mercado, pero tampoco las personas reconocen que estos huipiles son vendidos entre 140 y 160 pesos, es decir, muy por debajo de lo que realmente vale el trabajo y el tiempo invertido de las artesanas, considerando que además quienes los venden son intermediarias.
—Pasa lo mismo con las familias (también del Istmo) que tienen sus máquinas bordadoras, terminan ganando por cada pieza aproximadamente 20 pesos, lo cual hace que produzcan más, “su ganancia no es para una gran calidad de vida”. Luego viene gente de afuera y dice: “no, es que esto que le hacen a las artesanas, no se vale”.
El coleccionismo y la despolitización de la apropiación cultural
-¿Cuál es tu opinión respecto a las personas que usan los huipiles como parte de su discurso político, como en el caso de las aspirantes a la Presidencia de México?
—Estas personas hacen cosas o ven los textiles de una forma que las locales no, acá se usan los textiles para rituales, porque una pachanga es un ritual. No es lo mismo como lo ven las personas blancas de clase media o alta, que empiezan a tener una tendencia al coleccionismo, y el coleccionismo textil, aparte de ser privilegiado, descontextualiza también la pieza. Piensan que están haciendo bien porque lo hacen por las artesanas “para que no se mueran de hambre, y alguien tiene que darle el valor que la gente no le da”. No se meten a los procesos de por qué la gente ha dejado de usar sus propias prendas, o por qué ya no lo pueden sostener, es ahí donde se atraviesa el capitalismo en su economía. Esta gente que colecciona las ve desde su mirada eurocentrista y “por el arte”, o una falsa cultura y dicen “yo le doy el valor que no se le da, porque yo sí sé, yo sí conozco”.
Respecto al término apropiación cultural, Mayra comenta que se ha utilizado demasiado el término sin profundizar que ya está despolitizado. Ha perdido el sentido crítico. En cambio Cernas, se refiere a un “despojo de identidad” en el que se trata a los huipiles como objetos y no como sujetos. Se llega a utilizar a conveniencia de la portadora con la idea de que está haciendo un bien, pero desconociendo las expresiones de despojo que suceden en el Istmo.
*Este trabajo periodístico es resultado del Diplomado Latinoamericano de Periodismo Multimedia realizado en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. Agradecimientos la institución, al CEVIE y la Facultad de Química por las facilidades otorgadas.