JORGE MAGARIÑO*
Mientras suelta su aroma el café que doña Reyna ha preparado, marco un número telefónico. Desde el otro lado de la línea, desde el otro lado del mar Atlántico, escucho una voz que saluda y me dice que cuelgue, “mejor le marco para que no se le acaben sus datos”.
Se trata del documentalista nacido en Juchitán, Ernesto Regalado. Le comento que acabo de enterarme de tres acontecimientos relacionados con su trabajo. Alcanzo a escuchar una risita entre festiva y nerviosa, y me dice que sí. “Justo estoy haciendo unas correcciones para el Concurso de apoyo a escritura de guion, para el cual ya fue aceptada mi inscripción y pasa a la etapa de revisión y evaluación, el proyecto se llama “El sueño de Nauj”.
-Disculpa -le digo- apenas me doy cuenta que en Madrid ya es la una de la mañana y ya estás en el segundo día de marzo.
-No te preocupes, sigo despierto. Afortunadamente tengo mi clase de guion en la Escuela de Cinematografía y de audiovisual de la comunidad de Madrid, que es donde estudio actualmente, y eso me está ayudando para redondear el texto que son doce cuartillas, para un cortometraje de doce minutos de duración -prosigue.
Recuerdo entonces que le fue otorgada la Beca Jenkins-Del Toro 2020, misma que le permite ahora estar en la capital madrileña y habitar un departamento en el barrio Opañel, de donde ha bajado para ir al café cercano y regresar con un capuchino y un rol de canela. “Cenar, cenar, se me olvidó”, apunta y vuelve la risita al otro lado del mar.
Luego, obtuvo un apoyo del Fondo “Miradas” que promueve Ambulante en alianza con Netflix, con el cual dio comienzo a la filmación de su largometraje “Ser Muxe”, el cual retratará la historia del joven poeta juchiteco Elvis Guerra.
En marzo del año pasado, cuando el expresidente de Juchitán, Emilio Montero, fue invitado a dar el primer claquetazo, en casa del poeta, al sur de la ciudad istmeña, Noba, que es como le conocen sus amistades, me contaba que el personaje rompe con los esquemas de creencia acerca de cómo deben ser las y los muxes, y al mismo tiempo reivindica su esencia contando historias de amor, desamor y discriminación a través de un acto de protesta, que son sus poemas.
Casi de refilón le cuento que también me enteré de que es finalista en el Concurso de la Imagen, organizado por la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Imagino su sonrisa, que no la oigo, y su respuesta dice solamente que sí.
Pero enseguida se entusiasma y platica, acaso ojeras de por medio, que el Instituto Mexicano de Cinematografía ha informado que su largometraje “Ser muxe’”, es acreedor a un apoyo para posproducción, que forma parte del programa Estímulo a la Creación Audiovisual en México y Centroamérica para Comunidades Indígenas y Afrodescendientes (ECAMC), en su edición 2023.
Le felicito una vez más, le agradezco la gentileza de haberme atendido ya en plena madrugada del madrileño distrito Carabanchel, de enviarme fotos. “Es un gusto”, me contesta.
La beca ECAMC, explica la Secretaría de Cultura federal, es un estímulo económico para cortometrajes y largometrajes de ficción y documental, que busca la inclusión de las comunidades en las diversas formas creativas del audiovisual y el cine, de manera individual y colectiva.
En este año, dos artistas oaxaqueños recibirán el apoyo: Yolanda Cruz Cruz, del pueblo chatino, para la postproducción del largometraje “La Raya”, y la propuesta de Juan Ernesto Regalado Morales, Noba.
Para la quinta edición del ECAMC se registraron 46 proyectos, de los cuales se seleccionaron trece: nueve largometrajes y cuatro cortometrajes; cinco en etapa de postproducción y ocho en producción.
Con su documental “Nendok, entre lagunas”, realizado en el 2018, Noba participó en festivales como el Latin American Short Film Festival Barcelona; en el Asinabka Film and Media Arts Festival Ottawa; en el Latín American Film Festival Vancouver; Ambulante Documentary Film Festival; e inauguró el primer año “Latino-Festival ” en Dinamarca, organizado por Oxfam ibis 2019.
Recibo las fotos que dan cuenta de sus clases de hoy, en México, ayer, en España. Le escribo “gracias”, en un mensaje. Y no hay respuesta. Son las dos de la mañana en Carabanchel.