Como las fechas políticas señalan que Alejandro Moreno Cárdenas Alito terminará su periodo el 19 de agosto de 2023 y por lo tanto no manejara las candidaturas de 2024, la ofensiva de expresidentes del partido para adelantar su salida tiene que ver solo con la elección de gobernador en el Estado de México en junio del 2023.
La plaza mexiquense, controlada por los últimos rescoldos del grupo Atlacomulco, estaría en peligro por la decisión de Alito de ceder la candidatura priísta a una nominación de la alianza Va por México donde el PAN quiere poner el candidato.
De los once expresidentes del partido que se reunieron el martes con Alito para exigirle su renuncia, seis forman parte del grupo político del expresidente Enrique Peña Nieto y el doceavo en la mesa no ha sido presidente del PRI, pero mantiene la titularidad de la coordinación de la bancada priista en el Senado, el exsecretario peñista de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.
Alito habría ya pactado la cesión de la candidatura priísta mexiquense a la coalición Va por México y de ahí la prisa por acelerar su separación del cargo.
La crisis actual en el PRI por la candidatura a gobernador mexiquense trataría también de intentar evitar que el gobernador saliente Alfredo del Mazo Maza estuviera en condiciones de pactar la sucesión en el Estado de México aplicando el modelo de Alejandro Murat Hinojosa en Oaxaca y Omar Fayad en Hidalgo: paralizar al PRI en el estado a cambio de una posición en el gabinete o cuando menos una embajada.
Asimismo, la reunión del martes en el país recordó el convenio firmado en 2009 por la entonces dirigente nacional del PRI, Beatriz Paredes Rangel, con el presidente nacional panista, César Nava Vázquez, para que el PAN no hiciera alianzas mexiquenses con otros partidos y el PRI apoyara la iniciativa fiscal del presidente Felipe Calderón Hinojosa.
El promotor de ese convenio fue el gobernador mexiquense saliente, Peña Nieto, ante los indicios de que una coalición del PAN pudiera ganarle al PRI. Paredes es hoy una de las piezas clave del grupo actual de expresidentes del partido que quiso despedir a Alito de la presidencia del PRI. El convenio de 2009 fue cumplido por el PAN, pero no respetado por el PRI y el jefe de la bancada tricolor en el Senado era Manlio Fabio Beltrones, uno de los presidentes del PRI en el sexenio de Peña Nieto, quien desconoció el acuerdo.
Una parte de la preocupación de los expresidentes priístas tiene razones políticas válidas: sin un candidato propio en el Estado de México y con una derrota frente a la avalancha lopezobradorista ya en marcha, el PRI nada tendría que hacer en las presidenciales de 2024. Algunos de los ex dirigentes del partido tienen el criterio de que es preferible una derrota con candidato propio en el Estado de México que la desaparición del partido bajo las siglas de la alianza PRI-PAN-PRD-Coparmex-Claudio X. González.
Aún como escenario incipiente, en algunos sectores priístas comienza a analizarse un escenario inédito: que el candidato a gobernador mexiquense por la alianza Va por México no sea del PRI y que el expresidente Peña Nieto pudiera orientar a todos sus cuadros locales a un candidato del Grupo Atlacomulco que compitiera bajo las siglas de Movimiento Ciudadano.
La preocupación del bloque priísta de Peña Nieto tiene bases reales: el saldo electoral de Alito es engañoso en las cifras del aumento de curules legislativas, sobre todo porque no fue producto del esfuerzo partidista sino de la coalición con el PAN y el PRD. Por sí mismo, el PRI de Alito perdió once gubernaturas en el 2021 y dos en 2022, estas últimas en plazas donde la base priísta era muy sólida. Y el caso más negativo para la gestión de Alito fue Hidalgo, donde la candidata fue su actual secretaria general del PRI, Carolina Viggiano, esposa del político que controla la bancada de diputados priístas, Rubén Moreira, y para colmo la segunda figura en el mando político del PRI tuvo que ser propuesta por el PAN.
Las derrotas en Oaxaca e Hidalgo pudieran repetirse en el Estado de México: el gobernador priísta saliente tendría condiciones viables para pactar con el presidente de la República y Morena si el candidato opositor fuera panista y participará en la coalición opositora priísta.
Lo que viene no es bueno para Alito: quedarse con la presidencia del PRI, pero tener al bloque de poder de expresidentes en contra apostando a su derrota y esperando a agosto del 2023 para retomar el control del partido.
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Política para dummies: La política es lo contrario de la política.
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