Si a los empresarios dejaran de cegarlos la necedad neoliberal y la arrogancia del dinero, entonces podrían entender que el proyecto de gobierno de Andrés Manuel López Obrador no es el del Estado competidor, sino que se reduce a la reproducción del neoliberalismo populista de Carlos Salinas de Gortari: mercado más Pronasol.
Y peor aún: a diferencia de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, a López Obrador le falta una propuesta de revolución bolivariana; al tabasqueño no le alcanza la figura de Juárez (constructor del capitalismo), Madero (demócrata ingenuo) o Cárdenas (expropiador del petróleo). Así, López Obrador sería un populista priísta típico: gasto social sin ingresos fiscales.
El populismo de Cárdenas fue de clase, pero fracasó cuando organizó al proletariado como masa y no como clase; y los populismos de López Mateos, Echeverría y López Portillo metieron al Estado como agente económico productivo sin finanzas sólidas y reventaron el modelo cuando trasladaron las pérdidas empresariales de las paraestatales a las finanzas públicas, aumentando el déficit, subiendo la inflación y derivando en devaluaciones.
El populismo de López Obrador es meramente asistencialista; no representa otro modelo de desarrollo u otra política económica; carece de una propuesta alternativa a la estabilización antiinflacionaria por la vía de la demanda; su equipo económico sólo anda buscando algunos huecos para aumentar el gasto asistencialista sin afectar las variables macroeconómicas; y desde luego han descartado el aumento de la actividad económica productiva directa del Estado.
A ello se agrega el hecho de que López Obrador no entiende de proyectos económicos ni de modelos de desarrollo, sólo quiere aumentar el bienestar directo de los mexicanos marginados; al carecer de un partido de clase y de una base proletaria militante y depender del lumpen populista de masas desclasadas que llenan plaza pero no paran ni activan el modo de producción, la propuesta de López Obrador no va a incidir en la estructura de apropiación privada del ingreso y la riqueza y sólo se conformará con programas de dinero regalado.
Una verdadera política de desarrollo con distribución de la riqueza implicaría un fisco activo, no sólo aumentando cargas a los ricos sino diseñando programas sociales de actividad productiva. El modelo sería una segunda fase de la Alianza para la Producción de López Portillo, porque el problema real de la inflación en México es de estructura productiva y de oferta. Y México nunca pudo construir un sector social con función empresarial (cooperativas, por ejemplo).
López Obrador sólo entiende el populismo de dinero regalado y de subordinación empresarios vía obras públicas, como los segundos pisos. Los populismos mexicanos y el chavista-madurista reventaron porque usaron dinero del gobierno (el petróleo en México con JLP y Venezuela) y dispararon el círculo perverso inflación-devaluación-inflación.
El asistencialismo lopezobradorista es igual al de Salinas de Gortari con el de Pronasol: gasto improductivo, sin capacidad de organización social; los comités Pronasol fueron un mito y nunca pudieron sustituir a los seccionales del PRI, como querían Salinas y Luis Donaldo Colosio.
Sin un PRI propio (y Morena no lo es), el populismo de López Obrador conducirá al mismo fracaso que otros similares.
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Política para dummies: La política radica en convencer a los demás de lo que no es, que de lo que sí es.
Si yo fuera Maquiavelo: “Un príncipe no debe tener otro objeto, otro pensamiento, ni cultivar otro arte, más que la guerra, el orden y la disciplina de los ejércitos, porque es el único que se espera ver ejercido por el que manda”.
Sólo para sus ojos:
- Recuerde revisar todos los días el sitio seguridadydefensa.mx para enterarse de los juegos geopolíticos de poder.
- Antes de votar y para entender a los candidatos, lea La silla endiablada, de Carlos Ramírez, de venta en tiendas Sanborns en todo el país. Votar sabiendo.
- Nueva campaña contra Ricardo Anaya acomoda piezas: como el panista-perredista sigue subiendo y no se deja alcanzar por el PRI, entonces el gobierno sigue hurgando en el expediente de la bodega; el tiempo político es clave: Jorge Castañeda, coordinador de estrategia de Anaya, dice que López Obrador ya pactó con Peña Nieto, el gobierno responde con otro ataque contra Anaya, Anaya responde culpando a Peña Nieto. ¿Quiénes pierden?: AMLO y Meade, porque Anaya queda como candidato anti PRI.
- Famosas últimas palabras: “No hay alianza AMLO-Televisa”: Marcos Fastlicht, suegro de Emilio Azcárraga Jean y colaborador de López Obrador.
@carlosramirezh