WILFRIDO LÓPEZ TORRES *
Como cada año, Oaxaca se apresta a celebrar su tradicional Guelaguetza o dicho popularmente: El lunes del cerro.
Oficialmente, se ha señalado el 25 de julio y 1 de agosto para celebrar esta fiesta allá en el auditorio que se ubica en el Cerro del Fortín.
Oficialmente, se ha dicho también que esta celebración no se suspenderá, sino que se realizará en los días señalados.
Así, fuentes de la Secretaría de Turismo precisan que el boletaje está vendido en un 80 por ciento, y continúa expendiéndose en los lugares autorizados.
Sin embargo, hay quienes dudan que esta festividad se realice, debido a la emergencia que están viviendo los oaxaqueños.
Y es que los propios líderes del magisterio han señalado que boicotearán esta celebración; es decir, evitarán a toda costa que ésta se realice; sin embargo, han anunciado que ellos sí realizarán su Guelaguetza Popular en el nuevo estadio de futbol del Instituto Tecnológico de Oaxaca.
De su lado, los prestadores de servicios turísticos como los empresarios hoteleros han precisado que turistas nacionales y extranjeros han cancelado sus reservaciones pues se sienten inseguros ante lo que está ocurriendo en la entidad oaxaqueña.
Los oaxaqueños bien nacidos no desean que esta celebración se suspenda. Aún cuando se encuentra plenamente comercializada, en su esencia, la Guelaguetza es y significa mucho.
En los pueblos oaxaqueños, la Guelaguetza es compromiso, es ayuda, es solidaridad. Es estar con el hermano, con el compadre, con el amigo, con el vecino, en las buenas y en las malas. Es estar en la fiesta alegre y bulliciosa inundada de música de banda de viento o en la tristeza plena por la muerte de un ser querido, mientras en el fondo suena melancólico el Dios Nunca Muere.
Más allá de lo comercial, vuelvo a repetir, la Guelaguetza es la esencia de los indígenas oaxaqueños. De los campesinos, de los marginados. De esos que más sufren en movimientos como el que actualmente acontece. Si no, echemos un ojo al enfrentamiento ocurrido en Nochixtlán; ¿quiénes murieron?
Inmersos en nuestras tradiciones y costumbres y tomando en consideración que Oaxaca vive del turismo, pues carecemos de industrias, vale la pena que, los que encabezan la lucha magisterial, den su Guelaguetza a esa sociedad sufrida y vilipendiada; otorguen su Guelaguetza al verdadero pueblo. Y que esa Guelaguetza sea una tregua, una tregua para que la máxima fiesta de los oaxaqueños no se suspenda. Que por lo menos esos dos lunes, la Guelaguetza vuelva a hermanar a todos los oaxaqueños. Que así sea.
*Dirigente de la Asociación de Periodistas de Oaxaca