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La editora de Sucedió en Oaxaca me pide material que aborde, en un texto muy breve, el análisis de la pintura en Oaxaca para este año que termina.
¿Cómo acortar algo tan vasto?
Acudo al maestro pintor Hugo Vélez (radicado en Oaxaca desde 1990, fue parte de la última generación del Taller de Artes Plásticas Rufino Tamayo, aprendiz directo del maestro Rufino Tamayo. Su obra es calificada por la crítica como colorista. Expuso en países como Estados Unidos, España, Argentina, Francia y Canadá, entre otros).
Estas son sus palabras que cumplen a cabalidad con el concepto de síntesis de un infinito, tratan sobre la pintura, importante actividad cultural de la ciudad capital:
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Buen día César. ¡Feliz año! Me invitaron a poner mis cuadros en este hotel que se acaba de inaugurar. Generalmente no expongo en hoteles ni restaurantes o esos sitios (tampoco en galerías).
Cuando vi el sitio me gustó mucho que se logró «Los Balcones, frente a un gran balcón». Son cuadros que se habían ya expuesto en la Galería Dimitrova, en la que no se paran ni las moscas y quien me reconfirmó lo gánsters y mafiosos que son los galeristas en Oaxaca y por lo que paso de ellos.
Te mando un abrazo muy fuerte y solidario también (por tu pérdida).
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Para acompañar las palabras de maestro Hugo Vélez busco imágenes, definiciones, conceptos sobre la pintura:
El pintor abre los ojos y descubre que el universo cabe en su mente y en sus manos.
Sueña la pintura, y luego pinta su sueño: cada línea es un paseo, cada trazo un eco de espíritus que susurran en su cabeza.
Sin atmósfera, la pintura no es nada, dice Rembrandt, y entonces el aire se vuelve materia, la sombra se convierte en piel, la luz en memoria.
El Greco escucha voces espectrales, y en su lienzo los cuerpos se alargan como plegarias.
Picasso insiste: no pinta lo que ve, sino lo que piensa. Y Miguel Ángel recuerda que el hombre pinta con su cerebro, no con sus manos.
Tiziano reduce el mundo a tres colores: negro, blanco y rojo, y con ellos levanta un templo de carne y silencio.
Cézanne, obstinado, confiesa: “Quiero morir pintando”, porque la pintura no es oficio, sino destino.
Van Gogh, delirante, convierte el sueño en girasol, la noche en espiral, la herida en estrella.
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Regreso a este presente, reproduzco la atmósfera del fin de año 2025:
En San Martín Mexicapam, al caer la tarde, se escuchan cohetes y disparos. Hay pobreza, inseguridad, mi casa colinda con la colonia Pintores que, sobre la loma erosionada levanta sus calles que llevan nombres de los pintores oaxaqueños: la colonia resulta intransitable, porque acá mora la delincuencia.