Fotografía: SINEMBARGO.MX
Esta semana las redes sociales se volvieron a encender con acalorados debates, el motivo: la muerte de Juan Gabriel.
El domingo 28 de agosto el país se estremecía con la muerte de uno de los más grandes ídolos de la música popular mexicana. Enrique Krauze llegó a comparar su muerte con la de Pedro Infante o Jorge Negrete.
En las redes sociales los mensajes de tristeza y pesar por la muerte del divo fueron mayoría aplastante sobre las voces discordantes, como la pluma del escritor Tryno Maldonado, que apuntó en su cuenta de Twitter: “Se fue otro gran entusiasta y promotor del régimen del PRI autoritario y monolítico. Con razón está triste EPN”. En contraposición el periodista Fabrizio Mejía Madrid señaló: “Se murió uno de los pocos consensos nacionales”. Pongo estos dos ejemplos porque ambos personajes se han caracterizado por tener una fuerte crítica al régimen.
La muerte de Juan Gabriel, para bien o para mal, no pasó desapercibida. Mucho menos para sus críticos. Es probable que sus críticos de hoy, en algún momento fueron sus fans hace algunos ayeres.
El debate alcanzó su clímax con la crítica publicada por Nicolás Alvarado en su columna de Milenio. La crítica le costó a Nicolás su renuncia a la dirección de Tv UNAM, y una amonestación por parte del Conapred, quien le exigió una disculpa pública.
Más allá de cualquier debate ideológico es muy difícil no caer rendido ante un “Te pareces tanto a mí, que no puedes engañarme”.
Un ícono de la izquierda en México, Carlos Monsiváis, escribió: “A Juan Gabriel nada le ha sido fácil, salvo el éxito”. Jorge Castañeda, en su libro “El Misterio de los Mexicanos”, nos ofrece un apunte interesante, que ya lo había señalado Monsi de otra forma: “El principal ídolo en un país de machos es un homosexual”.
La muerte de Juan Gabriel nos deja muchos mensajes, incluso en algunas de las críticas con macho espíritu revolucionario, no exentas de un tufillo de homofobia. ¡Salud Juanga!