MIGUEL ÁNGEL VÁSQUEZ DE LA ROSA*
EDUCA
Pasado remoto
En México, a finales del siglo XX, ocurrían tres fenómenos que transitaban en caminos paralelos, pero que iban a impactar posteriormente en la vida política del país y, en particular, en el trabajo de las organizaciones sociales y civiles. Primero, el debilitamiento del poder del Partido Revolucionario Institucional (PRI). La fuerza del PRI decaía en los municipios y en las gubernaturas de los estados, mientras que su presencia territorial mermaba paulatinamente. El otrora partido hegemónico, para ese entonces, había perdido la mayoría de curules en el Congreso federal y, en el año 2000, sucumbía en la presidencia de la República. Eran los tiempos de la anhelada alternancia política.
El segundo de estos fenómenos, el más dramático, fue el incremento de la violencia en el país y la epidemia de feminicidios. México entero se sacudía con el caso de las Muertas de Juárez. Se llegaron a contabilizar más de 887 casos de mujeres asesinadas entre 1993 y 2010 en el estado de Chihuahua. Esta investigación se publicó en el libro Geografía de la violencia en Ciudad Juárez, escrito por Luis Ernesto Cervera Gómez y Julia Estela Monárrez Fragoso. A la par, y silenciosamente, las bandas del crimen organizado empezaban a ganar terreno en las ciudades más grandes e industrializadas del país, se repartían las plazas ante la omisión y negligencia de las autoridades.
El tercero de estos fenómenos de finales del siglo XX y comienzos del XXI fue la irrupción de la sociedad civil organizada y los movimientos sociales. Tres décadas atrás habían surgido las primeras organizaciones civiles en México y, para la década de los noventa, habían logrado una importante consolidación como actoras de la vida pública. El levantamiento zapatista en Chiapas, las luchas del movimiento magisterial, indígena y de las mujeres, significaron un impulso de las organizaciones civiles para posicionar en la arena pública sus principales demandas y agendas de cambio.
Mientras esto ocurría en México, a nivel global emergían con gran fuerza los movimientos de mujeres. Se imponían las transformaciones culturales más radicales de la mano del movimiento feminista: el derecho a la participación política de las mujeres, los derechos sexuales y reproductivos, la lucha contra la violencia, la igualdad de género, el cuestionamiento de los roles, la agenda de los cuidados, etcétera.
En el año de 1995 se realizó la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer en Beijín, China (la primera se realizó en México en 1975). Esta cumbre, convocada por la ONU, fue una de las más importantes plataformas que dio proyección a la lucha de las mujeres. Los acuerdos políticos alcanzados cristalizaron esfuerzos de más de cinco décadas de avances y reconocimientos. Elaboraron un documento denominado Plataforma de Acción de Beijín, que fue una especie de mapa de ruta de todos estos esfuerzos.
La génesis de Consorcio
Me atrevería a decir que estos antecedentes influyeron en el surgimiento de Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad. Esta asociación de mujeres feministas nació en la ciudad de México en el año de 1998; su misión consistía en impactar en los procesos parlamentarios desde un enfoque democrático y plural, por supuesto, desde la mirada y acción de las mujeres.
Una de las integrantes de este colectivo, Ana María Hernández Cárdenas, llegó a Oaxaca en el año 2003, con la encomienda de desarrollar un proyecto: incidir en los procedimientos legislativos para hacer efectivo el aborto legal por violación. A partir de este año se comienza a escribir la historia de Consorcio en un contexto oaxaqueño; un contexto con características socioculturales propias. El trabajo de esta organización, a partir de entonces, respondería a otras necesidades y demandas.
La vida de las organizaciones está marcada por las historias personales de sus liderazgos, en el caso de Consorcio sus cabezas visibles provenían de las luchas sociales por la democratización del país, así como del activismo político de la izquierda en la década de los ochenta. Antes de incursionar en el feminismo sus causas y aspiraciones estaban concentradas en hacer política contra el régimen de partido de Estado. Quizá por ello, la acción de Consorcio, desde sus orígenes, conectó con las causas de las organizaciones y movimientos sociales en Oaxaca.
Cuando Consorcio llegó a Oaxaca (2003-2004), el estado era un hervidero, un caldero a punto de explotar. El PRI se resistía a dejar la plaza y maniobraba para no entregar la titularidad del Ejecutivo a la oposición, que se organizaba en torno a la figura de Gabino Cué Monteagudo y la alianza de partidos denominada “Todos Somos Oaxaca”. Esta coalición competía contra el PRI de Ulises Ruiz Ortiz (URO) por el gobierno del estado. Después de un fraude electoral, URO llega a la gubernatura e inaugura un periodo de represión y persecución al magisterio y movimiento social. Este fue un periodo sombrío que se alargaría durante todo su mandato con altos costos sociales para la población.
2006 y el bautizo de fuego
La expresión “bautizo de fuego” apunta a una primera experiencia en una situación muy difícil de sortear, de la cual se extraen aprendizajes que van a marcar el resto de la vida. Esto fue el “2006 oaxaqueño” para Consorcio, una experiencia fundante, un parteaguas que definió un nuevo rumbo temático y estratégico con base en tres ejes: participación política de las mujeres, impulso al trabajo de defensoras de los derechos humanos y la visibilización de la violencia feminicida. Sin dejar de lado los temas que eran parte de su identidad, la incidencia legislativa y la despenalización del aborto.
Antes de 2006 ya existía en Oaxaca un robusto movimiento de organizaciones civiles, en especial de mujeres. El Grupo de Estudios sobre la Mujer Rosario Castellanos, una de las organizaciones pioneras del feminismo local; el Grupo de Apoyo a la Educación de la Mujer (GAEM), el Centro para los Derechos Humanos de la Mujer Naaxwin, diversos colectivos de académicas, sindicalistas, artistas, hermanas misioneras y mujeres de la iglesia progresista, funcionarias de gobierno, jóvenes universitarias, todas ellas formaban un entramado, una “masa crítica” que incidía en distintos espacios.
Todas ellas eran una marea o, utilizando otra alegoría, eran un volcán que en el 2006 hizo su primera erupción. Un estallido que se prologó de manera constante, y a veces intermitente, hasta los tiempos actuales.
En este ambiente germinó Consorcio. La efervescencia social del 2006 y la participación masiva de la sociedad en contra del autoritarismo gubernamental del PRI, fueron un estímulo que contribuyó en la conformación de su nueva identidad. Aline Castellanos en su libro, Nosotras en la APPO, afirma: “el movimiento social de 2006, que removió los cimientos del sistema político dominante en Oaxaca, fue esencialmente un movimiento de mujeres” (Castellanos Jurado, Aline, 2020. Nosotras en la APPO, Participación y Memoria en el Movimiento Social, Consorcio Oaxaca).
La periodista Olga Rosario Avendaño, en un estudio sobre la participación de las mujeres en la movilización social de 2006 señala: “Lo que socialmente estaba escondido y dormido, en 2006 salió a flote y fue el descubrimiento de su fuerza y carácter que cada una de las mujeres tenía y que no ejercía, al menos en público, ante la sociedad y ante los demás. Esta fuerza la demostraron en distintos momentos, en las marchas, en los enfrentamientos y en las distintas tomas de decisiones a lo largo de este movimiento” (Avendaño, Olga Rosario, 2018. Sólo ellas saben: cocinar, amar y luchar. Las mujeres de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca. Editorial La casa del mago).
Consorcio se insertó en este movimiento, desde una perspectiva de la lucha de las mujeres. Junto con muchas otras organizaciones y colectivos desarrollaron iniciativas, reuniones, agendas, foros. A la par, Consorcio fue parte de un espacio plural y mixto de organizaciones civiles, donde coincidían una treintena de organizaciones e instituciones académicas que integraron el ala civil de la APPO. Todo esto ocurrió hasta que llegó la represión de la Policía Federal, el 25 de noviembre de 2006.
Violencia feminicida en Oaxaca
La incorporación de Yésica Sánchez Maya a Consorcio trajo nuevos aires para la organización. Yésica Sánchez formó parte del equipo jurídico y de la Mesa de Diálogo de la APPO con el gobierno federal. Abogada de la Liga Mexicana por la Defensa de los Derechos Humanos (Limeddh), fue ampliamente reconocida por su trabajo de defensa jurídica de activistas y presos políticos que, en 2006 y 2007, fueron recluidos en penales de mediana y máxima seguridad.
Consorcio se fortaleció con la presencia de nuevas integrantes. Sus campos temáticos se afianzaron en los siguientes ejes: acompañamiento a asesoras jurídicas en la sierra mixe, trabajo comunitario, seguimiento y documentación de casos de feminicidio, defensa de los derechos humanos de defensoras y defensores, incidencia política y la difusión y posicionamiento público: publicaciones, revistas, programa de radio.
Una de las contribuciones más importantes e innovadoras de Consorcio fue el conteo de los feminicidios y los Informes de Violencia Feminicida en Oaxaca. Antes de Consorcio, organizaciones como el Ges Mujer tenían ya documentados casos. Y, en cuanto a la prensa escrita, Soledad Jarquín realizaba un seguimiento periodístico de temas relacionados a la violencia contra las mujeres. En el año 2006, Soledad Jarquín publicó el reportaje “Violación de mujeres ejercida por militares” en el estado de Coahuila. Unos meses después fueron detenidos los militares inculpados. Este trabajo la hizo merecedora al Premio Nacional de Periodismo 2007.
En uno de los primeros informes colectivos coordinado por Consorcio se delineaba la problemática: “Los asesinatos de las mujeres comenzaron a visibilizarse a través de las familias de las víctimas de Ciudad Juárez, aunque pronto se vio que no sólo en Chihuahua se asesinaba a las mujeres. En todo el país la elevada incidencia de femicidios, aunada a la nula efectividad institucional, configuran el grave, gravísimo fenómeno del Feminicidio. La violencia intrafamiliar y los graves abusos policíacos y militares constituyen apenas una raíz de la violencia feminicida”. (Informe Feminicidio en Oaxaca. Impunidad e injusticia contra las mujeres, 2007)
El seguimiento sistemático de casos publicados en la prensa, el análisis de cada uno de ellos y la publicación de los mismos, hizo evidente un problema público: la violencia feminicida. Consorcio se convirtió en un referente en cuanto a la documentación y denuncia de los feminicidios. Junto con otras organizaciones y colectivos colocaron el tema en las prioridades de la agenda pública.
Estrategia de las arañas
Las arañas tienen distintos métodos para atrapar a sus presas, uno de ellos es la creación de tejidos o redes. Estas redes son de una consistencia viscosa, así es que cualquier insecto volador que pase por ellas puede quedar atrapado. Las arañas construyen redes en distintas direcciones para lograr sus objetivos, acorralar y devorar a sus presas. El método de las arañas ha servido de ejemplo para las organizaciones de la sociedad civil a fin de lograr el cumplimiento de su misión con mayor eficacia y con menores costos humanos, materiales y financieros.
Consorcio ha echado a andar una serie de estrategias (a partir de la construcción de redes) para acompañar y atender casos de defensoras en situación de riesgo, pero también para tomar en cuenta los efectos colaterales del trabajo que realizan quienes defienden derechos humanos, en la mayoría de estos casos, mujeres sometidas a situaciones de desgaste físico, cansancio y estrés que comprometen su estado de salud. Este modelo de defensa integral considera también el cuidado de la persona como un asunto de relevancia política. “El bienestar de las personas defensoras también es un acto político de resistencia”, esto define muy claramente la apuesta de Consorcio para brindar un acompañamiento integral a los casos que atiende.
Desde el trabajo de acompañamiento comunitario a casos de defensoras y asesoras jurídicas en la región mixe, pasando por la atención de casos a madres que han denunciado los feminicidios de sus hijas, hasta su vinculación con defensoras de la región mesoamericana, Consorcio ha definido una acción estratégica para el presente y futuro: la protección, el cuidado y la sanación de las mujeres defensoras.
Cuando Ana María Hernández llegó a Oaxaca en el año 2003, uno de los primeros proyectos de Consorcio fue incidir en los procesos legislativos para legalizar el aborto por violación. El 25 de septiembre de 2019, con 24 votos a favor y 10 en contra, el Congreso local legalizó la interrupción legal del embarazo. Oaxaca se convirtió en el segundo estado en despenalizar el aborto, después de la Ciudad de México. Este logro materializó los esfuerzos de muchos colectivos y organizaciones, entre ellas Consorcio, agrupadas en la Marea Verde que habían hecho de esta causa una de las más importantes luchas contra el conservadurismo y a favor de una vida plena y libre para las mujeres, especialmente para las más pobres. Después de 40 años de lucha por el aborto en Oaxaca se alcanzó su despenalización. Soledad Jarquín lo documentó de la siguiente manera: “de las trabajadoras universitarias hasta la Marea Verde, nada venció al feminismo”. (SEMMéxico 28-09-21)
Sumario
Resulta difícil enumerar todas las actividades y proyectos de Consorcio, así como hacer un balance de sus logros. Durante veinte años (2003-2023) la organización ha crecido y ha diversificado sus temas de interés y su agenda. Se ha enfocado a sectores como la juventud, las mujeres indígenas, personas defensoras; realiza campañas sobre alimentación sana, arte y cultura; desarrolla iniciativas de incidencia para la protección a periodistas y activistas, entre otras actividades.
En este largo camino, Consorcio ha sido parte de un esfuerzo colectivo, ha tejido con las organizaciones de la sociedad civil una agenda con temas fundamentales para y con la participación de las mujeres. Esta labor no ha estado exenta de riesgos para la organización y sus integrantes, sin embargo, esto tampoco ha acallado sus voces frente a las injusticias. Señalar los atropellos hace que sea una organización incómoda para el poder.
Finalmente, la búsqueda de sociedades más igualitarias, con participación plena de las mujeres, es un horizonte que se está abriendo con la acción colectiva de organizaciones feministas y también de organizaciones mixtas. Los procesos son de largo aliento y aún son inacabados. Estos veinte años de Consorcio corresponden a una etapa histórica, un pequeño paso dentro de un largo recorrido, que tendrá que seguir alimentándose con la participación y entusiasmo de generaciones venideras. Muchas felicidades.
*Integrante de la organización Servicios para una Educación Alternativa A.C. EDUCA. Trabajó como director de Radio Universidad de Oaxaca. Colaboró con la Comisión de la Verdad para investigar las violaciones de los derechos humanos en 2006 y 2007.