OAXACA, Oax. (sucedióenoaxaca.com).- En estos días, la capital oaxaqueña dista mucho de ser la “Oaxaca hermosa y callada, mansión de la melancolía”, como la define el Cronista oficial de la ciudad, Jorge Bueno Sánchez, en su libro Oaxaca, Bajo la fronda del huaje milenario.
Con la Guelaguetza oficial, la ciudad se convierte en un maremagnum que no solo entorpece las actividades cotidianas de sus habitantes y les impide el goce de las festividades, tampoco permite a las y los visitantes el pleno disfrute de su magnífica arquitectura, ni de la celebración intercultural, ante la masificación desmedida.
Así lo consideró Jorge Bueno Sánchez al participar en el Conversatorio “Del Cerro del Fortín a la Rotonda de la Azucena y al auditorio Guelaguetza”, organizado por la Secretaría de las Culturas y las Artes de Oaxaca (Seculta), en el foro cultural de la Casa 8 Regiones, espacio de exhibición y venta de arte popular oaxaqueño, abierto al público en la antigua Casa Oficial de Gobierno.
Tras narrar la relación del Cerro del Fortín con los primeros asentamientos mexicas que llegaron a finales del siglo XV a Oaxaca para instalarse en el barrio de Xochimilco; de la habilitación de la primera Rotonda de la Azucena, decorada con carrizos, para el Lunes del Cerro y su octava, a mediados del siglo XX, y la posterior edificación del anfiteatro que hoy es el auditorio Guelaguetza, el Cronista de la Ciudad expresó, a pregunta del público, su desacuerdo con la reciente orientación de la llamada “Máxima Fiesta de los Oaxaqueños”.
“La Guelaguetza ya se convirtió en una feria con eso de que traen grupos musicales que nada tienen que ver, y con todas esas ferias que se organizan a su alrededor”, dijo el ingeniero de profesión, historiador y articulista nacido en el barrio de Xochimilco.
Expuso que el enfoque turístico de la Guelaguetza inició a mediados del siglo XX y cada gobierno la iba promoviendo con tales fines, sin embargo, fue a partir del gobierno de Ulises Ruiz que empezó a considerarse más comercial que cultural, cuando en vez del Primer Lunes del Cerro y su Octava, decretó otras dos presentaciones vespertinas, con lo que ahora son cuatro, que siguen siendo insuficientes para recibir a tantas personas que llegan a Oaxaca en estas fechas.
También hizo alusión a la imagen del Tiliche que representa a la edición 2022 de la Guelaguetza, la cual se ha multiplicado por doquier en la ciudad de Oaxaca pero, recalcó, se presta a confusion pues corresponde a un carnaval y no propiamente a la Guelaguetza.
“La Guelaguetza ha cobrado dimensiones apoteósicas que ya hacen imposible su disfrute, incluso para los propios turistas. Nos ha rebasado”, concluyó.