MIAHUATLÁN DE PORFIRIO DÍAZ, Oax. (sucedióenoaxaca.com).- A Miahuatlán le sobran penales, reclusos, homicidas… y le faltan más salas de lectura, y cafés literarios.
Miahuatlán alberga no uno sino dos penales: uno federal y otro estatal. En el primero se encuentran delincuentes de alta peligrosidad, algunos ligados al crimen organizado. En el segundo han permanecido otro tipo de infractores, también altamente peligrosos, como el ex secretario de Salud, Germán Tenorio Vasconcelos, ahora interno en el penal de Ixcotel, hasta que se compruebe su inocencia, o su responsabilidad, en uso indebido de recursos públicos, y la inexplicable propiedad de un avión particular.
En Miahuatlán, donde cada 03 de octubre se conmemora la gloriosa victoria del General Porfirio Díaz sobre el ejercito francés, también pesa la alerta por violencia de género, sin hablar de la inseguridad que obliga a la ciudadanía a manejarse con prudencia y permanente precaución.
En medio de todo aquello, Miahuatlán, hasta donde se sabe, es la única localidad del estado que cuenta con un café literario desde hace ocho años, uno que no existe ni en la capital oaxaqueña considerada la segunda ciudad con mayor actividad cultural del país, después de la Ciudad de México. Uno que se ha multiplicado en otros tantos, pero que no son suficientes.
Soy muy feliz cuando leo a Gioconda Belli
Mientras toman café y comparten pan, galletas y algunos bocadillos, una veintena de personas platican sobre la novela que acaban de leer.
Estamos en el Café Literario de Miahuatlán que coordina Salvador Aquino, un profesor que lleva más de ocho años animando la lectura entre docentes, estudiantes, amas de casa, empleados, y cualquier persona curiosa que quiera saber qué se siente leer.
El lugar de encuentro del reciente miércoles fue la vivienda de uno de sus asistentes, situada en un pequeño callejón de la cabecera municipal.
El anfitrión monta las mesas y conecta la cafetera una hora antes de la cita. Poco a poco van llegando lectores con alguna vianda para compartir, y con un libro bien abrazado de Gioconda Belli: Sofía de los presagios, El país de las mujeres, El intenso calor de la luna, El pergamino de la seducción, entre otros títulos.
“Cuando leo a Gioconda Belli soy muy feliz. Yo quisiera ser un personaje de sus novelas. Son mujeres muy fuertes, me inspiran mucho, sobre todo por las situaciones que he pasado en mi vida”, dice una de las primeras en compartir su experiencia como lectora de la novelista y poeta nicaragüense.
“Yo estoy impresionado con su novela Sofía de los presagios, creo que es uno de los libros que más me han gustado aparte de Persona normal de Benito Taibo”, expresa uno de lo pocos varones del círculo de lectura donde predominan mujeres.
Así continua la tarde y llega la noche, compartiendo historias leídas durante el mes previo a la cita del café literario que se lleva a cabo religiosamente el último miércoles de cada mes. Doce encuentros, doce libros leídos al año, por lo menos.
El Café Literario de Miahuatlán es un espacio donde se cultiva la lectura, la amistad, el reencuentro consigo mismo y con la vida contada por personas desconocidas, desde sitios lejanos a este municipio considerado uno de los más violentos de la entidad.
Pero no es el único, aunque sí el más antiguo. De esta experiencia lectora se han desprendido más cafés literarios en el municipio, alentados por profesores y profesionistas; existe incluso una pequeña sala de lectura, humilde, bajo un techo de “láminas de tecate”, en una polvorienta colonia cercana al campo de entrenamiento militar.
La biblioteca formada por don Max, un trabajador del servicio de limpia municipal, se llama “Mar y tierra”; la creó hace cinco años luego de haber asistido al Café Literario de Miahuatlán. Decidió recolectar libros que encontraba en la basura, repararlos e invitar a leer a niñas y niños de las casas vecinas.
Miahuatlán, sin exagerar, se está convirtiendo en la “Ciudad de los Cafés Literarios”.