A pocos días de haber decretado la expropiación del petróleo, el presidente Lázaro Cárdenas anuncio la reforma del Partido Nacional Revolucionario para transformarlo en Partido de la Revolución Mexicana; la novedad estuvo en los sectores corporativos pero la sorpresa fue la poner al ejército como el cuarto sector del PRM; es decir, fuerzas armadas al servicio del partido en el poder.
En el escenario de las elecciones de 1994 y luego del 50% de Carlos Salinas en 1988, el secretario de la Defensa Nacional, el recientemente fallecido Antonio Riviello Bazán, se reunió con un grupo de columnistas políticos. La expectativa de una posible alternancia presidencial por la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas llevó a la pregunta:
–¿Aceptaría el ejército servir a otro partido en la presidencia?
El jefe del ejército hizo una cara de extrañeza:
–¿Por qué no? Cuando atendemos desastres naturales no vemos a un herido y le preguntamos de qué partido es.
La verdadera reforma política del país no fue el registro del Partido Comunista Mexicano sino la decisión del presidente y general Manuel Avila Camacho de desaparecer el cuarto sector militar del PRI y sacar al ejército de la política: la determinación fue despolitizar a las fuerzas armadas y ponerlas al servicio de la democracia y la sociedad y no del partido gobernante. Fox pudo gobernar por la existencia de un ejército para la democracia,
Ahora Andrés Manuel López Obrador quiere regresar a los tiempos en que las fuerzas armadas servían al partido en el poder. Primero criticó a los militares, luego dejó entrever que habían sido usados para reprimir al pueblo y terminó su maniobra señalando que “el ejército está con nosotros”. Una cosa es que los militares voten como individuos y otra cosa que se considere al ejército como parte de un partido político.
El juego perverso de López Obrador de meter al ejército a una disputa electoral mediática dejó ver las tentaciones autoritarias del candidato presidencial de Morena: señalar que los militares estaban con Morena fue una forma vulgar de politizar a las fuerzas armadas como institución parcial. Hasta ahora, ningún partido político ni precandidato contendientes por la presidencia en el 2018 había metido al ejército en procesos electorales.
El problema que tiene la alianza que sostiene a López Obrador radica en el hecho de que la conforman organizaciones antisistémicas y enemigas de las fuerzas de mantenimiento del orden. Al adelantar sus críticas a las fuerzas armadas mostró López Obrador que su prioridad serán las organizaciones sociales antisistémicas y no la utilización de los mecanismos de autoridad del Estado para mantener el orden constitucional.
La estrategia de López Obrador buscó encajar a las fuerzas armadas en el debate electoral del 2018, insinuar que eran cuerpos represivos y luego venderles impunidad con su afirmación de que los militares y marinos estaban ya dentro de Morena. Lo que quedó en el fondo de ese debate fue la percepción de que López Obrador quiere regresar a las fuerzas armadas al partido en el poder –Morena, claro, no el PRI o el PAN–, como en el viejo PRM cardenista.
Lo paradójico del asunto radica en el hecho de que unas fuerzas armadas institucionales, apartidistas y apolíticas son la garantía de estabilidad institucional de la democracia para quien sea que gane las elecciones. Pero López Obrador quiere unas fuerzas armadas para su poder personal y no para la democracia,
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Política para dummies: La política es la sensibilidad para escoger amigos, articular aliados y eludir errores que enemisten.
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- Consulta Mitofsky acaba de hundir al gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez El Bronco: su aprobación es de 33.1%, debajo de la media nacional de 391%. La gente ve igual de mal la economía que cuando llegó y ha subido el temor a la inseguridad. Por tanto, las posibilidades de un buen papel de El Bronco en las presidenciales del 2018 como independiente son nulas porque en su estado perdió ya su base social y en el resto del país lo conocen poco.
- El gobernador de Chihuahua, el panista Javier Corral, también se estñá hundiendo en la ineficacia política, el asesinato de la periodista Miroslava Breach lo llevó a declarar su incompetencia: “mi gobierno sin fuerza para combatir el narco”.
@carlosramirezh